Reproducimos a continuación un documento emitido por Coordinamento Progetto Eurasia de fundamental lectura y posterior reflexión. Desde aquí agadecer su envío.
Agresión sionista en Gaza: una puesta a punto sobre “el sionismo y Palestina”
Coordinadora Proyecto Eurasia- CPE
Reflexiones para quien no tiene ningún interés en fingir que no entiende.
Sobre lo que está sucediendo en Palestina en estas horas, la Coordinadora Proyecto Eurasia aprovecha esta ocasión para llevar a cabo una puesta a punto general sobre el tema “Sionismo y Palestina”. En cuanto a los detalles de la actual “crisis”, remitimos al sitio de la Agencia “Infopal.it” (http://www.infopal.it/) que cotidianamente pone a disposición noticias, análisis y correspondencias llegadas directamente de los lugares en que se desarrollan los hechos.
1) La Coordinadora Proyecto Eurasia no reconoce al llamado “Estado de Israel” tal y como este aspira a legitimarse hacia el exterior. Por tanto, no tributándole ningún reconocimiento (histórico, cultural, diplomático, político y religioso) afirma que tal “Estado” ha de ser indicado como la “Entidad Sionista”.
2) Existe un agresor y existe un agredido. El agresor es la Entidad Sionista, la base político-territorial del Sionismo, una ideología surgida del ámbito del Judaísmo y animada, en sus desarrollos supremacistas, estratégicos y mesiánicos por Occidente, en particular por la Angloamérica calvinista y puritana, con Europa situada a su cola cada vez más desde que la Unión Europea, creación masónica, tomara cuerpo. El agredido es el pueblo palestino, sin distinciones de religión y tendencia política, que padece desde hace más de cien años (y no desde 1948) la progresiva expulsión de su tierra, Palestina, por parte de un conglomerado de residuos étnicos que en la “pasión por Sión”- y en el odio por la “falsa conciencia” que representan los palestinos- encuentra un (ilusorio) motivo de convivencia. En Palestina, por tanto, hay un pueblo, el palestino, agredido por aquellos que se adhieren a una ideología. Esta es la razón por la cual la fábula del “dos Estados para dos pueblos” no tiene sentido.
3) La Entidad Sionista no es “el Estado de todos los judíos”. A causa de la continua y martilleante propaganda sionista divulgada por los clarines sin dignidad de la llamada “libre información”, se ha acabado en un pastiche aparentemente inextricable de equívocos. Como han demostrado estudios recientes que “descubren el Mediterráneo”, es decir, el “pueblo judío” es una invención moderna, y el Sionismo es una operación de revival cultural-religioso más semejante a una mascarada que a una cosa que haya que tomar en serio, como lamentablemente hacen también muchos “intelectuales” . Si tenemos que creer que un ciudadano de Nueva York, París o Roma de religión judía tiene derecho al “retorno” a la “Tierra de Israel” ya que allí “vivían sus antepasados”, entonces todo el mundo puede “regresar” donde le apetezca, haciendo que se expulse a los autóctonos. Basta con que se dote de la protección del más fuerte de turno, que en este caso es Angloamérica. Peor todavía, siguiendo el ejemplo del Sionismo, ¡cualquiera puede “prometerse”, haciendo que cante un “Dios” que nadie ha visto nunca, todas las tierras que quiera! Son también conocidas las vicisitudes de poblaciones de la Europa del Este que se han convertido al Judaísmo (los Jázaros), así como los resultados de investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por estudiosos “israelíes” que han demostrado la nula fiabilidad de los “textos sacros” desde el punto de vista histórico.
4) Con toda evidencia, todos (o mejor, quien tiene una “poltrona” que mantener) fingen creer en estas bolas colosales,compendia das en la literatura mitológica del llamado “Holocausto”, porque les conviene creer en ellas. Incluso un Fini o un Veltroni no son lo bastante cretinos para creer en estos absurdos, pero el amo americano manda y ellos obedecen. “Defender Israel” resulta la excusa para intervenir militarmente, derribar gobiernos, embargar a poblaciones enteras, depredarlas de sus recursos. Todo esto, en el interés de Angloamérica y de su séquito de traidores del interés de los pueblos de Europa; pueblos que en el Mediterráneo encuentran su ambiente natural para prosperar junto a sus vecinos. El Occidente americanocéntrico, de hecho, se sirve de la Entidad Sionista como pantalla para su política en el mundo árabe y no sólo, estando Jerusalén prácticamente en el cruce entre Europa, Asia y África, es decir, del “viejo mundo” odiado por Angloamérica y que con la doctrina del “choque de civilizaciones” tiene que mantener dividido.
La Entidad Sionista, por tanto, es la avanzadilla del proyecto occidental, de la “globalización” y del “mundialismo”, ya que, por un lado, es el símbolo de la innatural e ideológica “sociedad multiétnica” (contra la natural y pre-ideológica de los autóctonos palestinos) y, por otro, es el laboratorio ideológico de la tendencia para establecer una única moral mundial, una sola justicia mundial, etc. ya que todo el mundo, progresivamente, debe “reconocer Israel”.
5) Tal “reconocimiento” implica la asunción del “pecado original” del “Holocausto”. La Entidad Sionista, de hecho, en la versión que se ofrece para consumo de un público forzadamente distraído de las verdaderas finalidades de la operación, existiría como “resarcimiento moral” por las penalidades sufridas, ¡de Babilonia en adelante! Pero no es así, en primer lugar, porque el Sionismo ya había puesto sus ojos sobre Palestina a finales del siglo XIX. Luego, porque lo que – extrapolándolo del contexto general de la Segunda Guerra Mundial- es indicado como “Holocausto”, pese a estar lejos de todo lo que real y efectivamente sucedió, ha implicado, no por casualidad, a los judíos que no querían saber nada de convertirse en “israelíes”, sirviendo el racismo consustancial al Sionismo para una operación de “selección interna”. Sin embargo, de forma retrospectiva, cuando la memoria (¡la verdadera!) podía ser manipulada, la fantasía se ha desencadenado, y “todos los judíos” se han convertido en “víctimas del Holocausto”. Así, con el “crédito moral” recolectado, se ha llegado a crear una situación perfecta, por la cual no se puede criticar a la Entidad Sionista so pena de la “falta de respeto”: quien se atreve a decir algo es tachado de “antisemita” y su carrera está acabada, con sumo regocijo del “amo” angloamericano siempre más entusiasta que su “perro de guardia”. Por esto, hay que ser listos y desplazar el objetivo polémico sobre Angloamérica porque en este caso no hay “holocaustos” detrás de los cuales parapetarse, a menos que se quiera creer en otra fábula: la de la “Liberación” (¡que nos liberó de nosotros mismos!).
6) La identificació n entre Sionismo y Judaísmo es una operación animada por el mismo Sionismo, tanto es así que los camareros del régimen (entre los que se cuentan casi todos los “representantes de las comunidades judías”, que se distinguen por su “silencio” en estas horas) tiene que equiparar “antisionismo” y “antisemitismo” . Pero si el “antisemitismo” significa bien poco dado que los “semitas” no existen más que en la lingüística, el “antisionismo” tiene sentido ya que el Sionismo existe y de qué manera. Ser “antisionistas” significa haber comprendido la función que desempeña el Sionismo como “ideología de Occidente” y la Entidad Sionista como avanzadilla estratégica occidental en el “viejo mundo”. He aquí porque la “destrucción de Israel”, como la de los Estados cruzados, es sin duda deseable: su fin ideológico y estratégico, sin necesidad de acudir a “segundos holocaustos” que se encuentran sólo en los alaridos de los aduladores de un régimen que día tras día, entre los escándalos bancarios, la desocupación, la precariedad y la extensión de la incertidumbre sobre el futuro, se demuestra cada vez más con el agua el cuello. ¿Qué nos darán de comer cuando la crisis no sea sólo un argumento de tertulia televisiva? ¿El Holocausto? ¡Y lo bonito del caso es que hay que oír incluso que los palestinos, entre las mil culpas que se les atribuye, tendrían la de “no creer” en el Holocausto!
7) Coherentemente, no creen en él los dirigentes de Hamas (porque de lo contrario “reconocerían Israel”), que elegidos por la inmensa mayoría de los palestinos, han formado un gobierno inmediatamente demonizado por la llamada “comunidad internacional” , que, en realidad, es Angloamérica y su corte de bufones “democráticos” que se rasgan las vestiduras por Darfur, por un premio Nobel con un arresto domiciliario y por la extinción de las focas pero encuentran perfectamente normal el tiro al pichón sobre una población densamente habitada. Las “cuestiones de principio” existen sólo para los tontos fingidos que tiene alguna “posición” y para la masa que es cretinizada desde que nace y que cree de buena fe que los “derechos humanos” corresponden a alguna cosa concreta.
La demostración de que “las cuestiones de principio” son un engañabobos la da el llamado “racismo”. No pasa día sin que en los periódicos y en la televisión se hable del Nazismo, de las “leyes raciales” y de los “sufrimientos del pueblo judío” en todo tiempo y lugar. Llegados a este punto, uno esperaría una sensibilidad análoga cuando, hoy, se verifican situaciones completamente asimilables a las execradas para que “no se repita nunca más”… En cambio, nada: silencio total, suma indiferencia y- colmo de la burla- inversión orwelliana de la realidad que describe a quien sufre el “racismo”, la destrucción de los olivos, de las casas y la humillación cotidiana como el “agresor”, mientras que quien arremete y practica un “racismo” sistemático (incluso con los suyos: sólo hay que pensar en los “israelíes” yemeníes, en los falachas, etc.) “se defiende”.
La moraleja que se puede sacar de todo esto es la siguiente: Occidente (es decir, la parte del mundo dominada por Angloamérica y que debe adoptar invariablemente la ideología holocáustica y la judeolatría) se sirve de las “cuestiones de principio” sólo para cubrir la realidad con un cinismo sin escrúpulos al servicio de la única cosa en que cree: el poder del dinero. Por lo demás, la misma “sociedad israelí” presentada como “la única democracia de Oriente Medio”, es caracterizada por quienes la han conocido de cerca como una sociedad compuesta, especialmente en su juventud ideologizada y militarizada, por personas que no creen en nada, excepto en el mito del “poder de Israel”. Aquí, el concepto de “elección”, despojado de todo su significado espiritual, se ha degradado en la autoidolatría de un “mesías colectivo” que, no creyendo más que en sí mismo, representa la forma más extrema de materialismo.
8) Molidos por Occidente y abandonados por demasiados viles “gobernantes” árabes, los palestinos son un ejemplo para el mundo entero. Es un ejemplo su solidez en la resistencia, desde hace cien años, cuando nosotros, que no teniendo guerras en casa vamos a buscarlas por el mundo camufladas como “misiones de paz”, por una décima parte de lo que han sufrido ellos ya nos habríamos extinguido.
Es un ejemplo su confianza en la victoria, incluso en los momentos más difíciles. Es para reflexionar, si se piensa que en el “paraíso democrático” que debería ser exportado a base de bombas la gente se deprime por los motivos más inconsistentes. Es un ejemplo su saber morir con dignidad, con el dedo hacia el cielo mientras, en un lago de sangre afortunadamente puro de la infección de la “democracia” y de los “derechos humanos”, dan testimonio de que “no hay más divinidad que Allah”. Imaginemos la gente moribunda de una ciudad occidental bombardeada y el modo grotesco en que abandonarían esta tierra, entre estertores descompuestos e imprecaciones. Sí, hacen bien en no mostrarnos a los palestinos que, con la pierna prácticamente arrancada, son llevados al hospital pensando sólo en cómo devolver el alma a Allah en el Momento decisivo.
9) Que los periódicos y las televisiones sirvan de megáfonos de la propaganda sionista, es algo de lo que no cabe sorprenderse. Los papagayos repiten lo que aprenden del amo. Y Occidente, hoy, con Italia situada en una posición particularmente mala, produce cantidades impresionantes de charlatanes y bufones de corte. Quienes, en cambio, podrían decir algo sensato y sustentado por un saber sólido fruto de estudios y del conocimiento directo de los lugares, la lengua y las personas es excluido de las tareas de relieve de los periódicos y televisiones, pero también en las universidades (donde, con poquísimas excepciones, pululan arabistas que no toman nunca “posición”), donde se permanece sólo si se hace acto de vasallaje con dosis progresivas de prostitución moral. Pero esto, al final, es un “falso problema”: una vez que nos liberemos de la presencia de más de cien instalaciones militares de EEUU y de la OTAN, también la pornografía informativa que nos toca soportar se resolverá, y también la universidad y el llamado “mundo de la cultura” serán accesibles para quien no tiene ganas de hacer el tartufo durante toda su vida.
10) Volvemos al punto inicial. Saber ver “el problema” es esencial. El problema no son” los judíos”, como creen todos aquellos que, por un motivo o por otro, tienen la necesidad de meter- so pena de la admisión de haber cometido un error colosal- “al judío en el centro de la escena”. El problema es el Sionismo como ideología de Occidente así como la Entidad Sionista como base político-territorial del Sionismo. Pero no es aún este el problema principal. El problema principal es Angloamérica, con su “civilización” materialista que transforma al hombre en lo mismo que un objeto. Algo bien distinto de la “islamización” de Europa. Al- Qaeda, como ese “Dios” que “promete”, es algo que nadie ha visto nunca, ¡pero las bases de los EE.UU y de la OTAN sí! Sin embargo, los pueblos de Europa, que ciertamente no se destacan por su astucia, ¡se han dejado confundir hasta tal punto que piensan que les está “invadiendo el Islam”! La islamofobia se revela también un instrumento ideológico para hacer pasar de modo indiferente una masacre: “esos palestinos, si son musulmanes, ¡alguna culpa tendrán en cualquier caso!”.
Al heroico pueblo palestino los pueblos de Europa debieran mirarlo con admiración. Están ahí para demostrarnos que nada es imposible y que, incluso cuando todo parece perdido, al final vence quien permanece ligado a la tierra y a su propio modo de vida. Ese modo de vida enseña que resistir es justo y sacrosanto, y no hay mentira mediática que pueda desgarrar esta verdad cuando el alma no está corrompida. El problema de los italianos, de los europeos, es establecer si todavía tienen un alma. Si la “civilización” angloamericana no la ha asesinado y el Sionismo no ha conquistado las mentes y los corazones, sabrán reconocer que los palestinos están luchando también por nosotros.
Agresión sionista en Gaza: una puesta a punto sobre “el sionismo y Palestina”
Coordinadora Proyecto Eurasia- CPE
Reflexiones para quien no tiene ningún interés en fingir que no entiende.
Sobre lo que está sucediendo en Palestina en estas horas, la Coordinadora Proyecto Eurasia aprovecha esta ocasión para llevar a cabo una puesta a punto general sobre el tema “Sionismo y Palestina”. En cuanto a los detalles de la actual “crisis”, remitimos al sitio de la Agencia “Infopal.it” (http://www.infopal.it/) que cotidianamente pone a disposición noticias, análisis y correspondencias llegadas directamente de los lugares en que se desarrollan los hechos.
1) La Coordinadora Proyecto Eurasia no reconoce al llamado “Estado de Israel” tal y como este aspira a legitimarse hacia el exterior. Por tanto, no tributándole ningún reconocimiento (histórico, cultural, diplomático, político y religioso) afirma que tal “Estado” ha de ser indicado como la “Entidad Sionista”.
2) Existe un agresor y existe un agredido. El agresor es la Entidad Sionista, la base político-territorial del Sionismo, una ideología surgida del ámbito del Judaísmo y animada, en sus desarrollos supremacistas, estratégicos y mesiánicos por Occidente, en particular por la Angloamérica calvinista y puritana, con Europa situada a su cola cada vez más desde que la Unión Europea, creación masónica, tomara cuerpo. El agredido es el pueblo palestino, sin distinciones de religión y tendencia política, que padece desde hace más de cien años (y no desde 1948) la progresiva expulsión de su tierra, Palestina, por parte de un conglomerado de residuos étnicos que en la “pasión por Sión”- y en el odio por la “falsa conciencia” que representan los palestinos- encuentra un (ilusorio) motivo de convivencia. En Palestina, por tanto, hay un pueblo, el palestino, agredido por aquellos que se adhieren a una ideología. Esta es la razón por la cual la fábula del “dos Estados para dos pueblos” no tiene sentido.
3) La Entidad Sionista no es “el Estado de todos los judíos”. A causa de la continua y martilleante propaganda sionista divulgada por los clarines sin dignidad de la llamada “libre información”, se ha acabado en un pastiche aparentemente inextricable de equívocos. Como han demostrado estudios recientes que “descubren el Mediterráneo”, es decir, el “pueblo judío” es una invención moderna, y el Sionismo es una operación de revival cultural-religioso más semejante a una mascarada que a una cosa que haya que tomar en serio, como lamentablemente hacen también muchos “intelectuales” . Si tenemos que creer que un ciudadano de Nueva York, París o Roma de religión judía tiene derecho al “retorno” a la “Tierra de Israel” ya que allí “vivían sus antepasados”, entonces todo el mundo puede “regresar” donde le apetezca, haciendo que se expulse a los autóctonos. Basta con que se dote de la protección del más fuerte de turno, que en este caso es Angloamérica. Peor todavía, siguiendo el ejemplo del Sionismo, ¡cualquiera puede “prometerse”, haciendo que cante un “Dios” que nadie ha visto nunca, todas las tierras que quiera! Son también conocidas las vicisitudes de poblaciones de la Europa del Este que se han convertido al Judaísmo (los Jázaros), así como los resultados de investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por estudiosos “israelíes” que han demostrado la nula fiabilidad de los “textos sacros” desde el punto de vista histórico.
4) Con toda evidencia, todos (o mejor, quien tiene una “poltrona” que mantener) fingen creer en estas bolas colosales,compendia das en la literatura mitológica del llamado “Holocausto”, porque les conviene creer en ellas. Incluso un Fini o un Veltroni no son lo bastante cretinos para creer en estos absurdos, pero el amo americano manda y ellos obedecen. “Defender Israel” resulta la excusa para intervenir militarmente, derribar gobiernos, embargar a poblaciones enteras, depredarlas de sus recursos. Todo esto, en el interés de Angloamérica y de su séquito de traidores del interés de los pueblos de Europa; pueblos que en el Mediterráneo encuentran su ambiente natural para prosperar junto a sus vecinos. El Occidente americanocéntrico, de hecho, se sirve de la Entidad Sionista como pantalla para su política en el mundo árabe y no sólo, estando Jerusalén prácticamente en el cruce entre Europa, Asia y África, es decir, del “viejo mundo” odiado por Angloamérica y que con la doctrina del “choque de civilizaciones” tiene que mantener dividido.
La Entidad Sionista, por tanto, es la avanzadilla del proyecto occidental, de la “globalización” y del “mundialismo”, ya que, por un lado, es el símbolo de la innatural e ideológica “sociedad multiétnica” (contra la natural y pre-ideológica de los autóctonos palestinos) y, por otro, es el laboratorio ideológico de la tendencia para establecer una única moral mundial, una sola justicia mundial, etc. ya que todo el mundo, progresivamente, debe “reconocer Israel”.
5) Tal “reconocimiento” implica la asunción del “pecado original” del “Holocausto”. La Entidad Sionista, de hecho, en la versión que se ofrece para consumo de un público forzadamente distraído de las verdaderas finalidades de la operación, existiría como “resarcimiento moral” por las penalidades sufridas, ¡de Babilonia en adelante! Pero no es así, en primer lugar, porque el Sionismo ya había puesto sus ojos sobre Palestina a finales del siglo XIX. Luego, porque lo que – extrapolándolo del contexto general de la Segunda Guerra Mundial- es indicado como “Holocausto”, pese a estar lejos de todo lo que real y efectivamente sucedió, ha implicado, no por casualidad, a los judíos que no querían saber nada de convertirse en “israelíes”, sirviendo el racismo consustancial al Sionismo para una operación de “selección interna”. Sin embargo, de forma retrospectiva, cuando la memoria (¡la verdadera!) podía ser manipulada, la fantasía se ha desencadenado, y “todos los judíos” se han convertido en “víctimas del Holocausto”. Así, con el “crédito moral” recolectado, se ha llegado a crear una situación perfecta, por la cual no se puede criticar a la Entidad Sionista so pena de la “falta de respeto”: quien se atreve a decir algo es tachado de “antisemita” y su carrera está acabada, con sumo regocijo del “amo” angloamericano siempre más entusiasta que su “perro de guardia”. Por esto, hay que ser listos y desplazar el objetivo polémico sobre Angloamérica porque en este caso no hay “holocaustos” detrás de los cuales parapetarse, a menos que se quiera creer en otra fábula: la de la “Liberación” (¡que nos liberó de nosotros mismos!).
6) La identificació n entre Sionismo y Judaísmo es una operación animada por el mismo Sionismo, tanto es así que los camareros del régimen (entre los que se cuentan casi todos los “representantes de las comunidades judías”, que se distinguen por su “silencio” en estas horas) tiene que equiparar “antisionismo” y “antisemitismo” . Pero si el “antisemitismo” significa bien poco dado que los “semitas” no existen más que en la lingüística, el “antisionismo” tiene sentido ya que el Sionismo existe y de qué manera. Ser “antisionistas” significa haber comprendido la función que desempeña el Sionismo como “ideología de Occidente” y la Entidad Sionista como avanzadilla estratégica occidental en el “viejo mundo”. He aquí porque la “destrucción de Israel”, como la de los Estados cruzados, es sin duda deseable: su fin ideológico y estratégico, sin necesidad de acudir a “segundos holocaustos” que se encuentran sólo en los alaridos de los aduladores de un régimen que día tras día, entre los escándalos bancarios, la desocupación, la precariedad y la extensión de la incertidumbre sobre el futuro, se demuestra cada vez más con el agua el cuello. ¿Qué nos darán de comer cuando la crisis no sea sólo un argumento de tertulia televisiva? ¿El Holocausto? ¡Y lo bonito del caso es que hay que oír incluso que los palestinos, entre las mil culpas que se les atribuye, tendrían la de “no creer” en el Holocausto!
7) Coherentemente, no creen en él los dirigentes de Hamas (porque de lo contrario “reconocerían Israel”), que elegidos por la inmensa mayoría de los palestinos, han formado un gobierno inmediatamente demonizado por la llamada “comunidad internacional” , que, en realidad, es Angloamérica y su corte de bufones “democráticos” que se rasgan las vestiduras por Darfur, por un premio Nobel con un arresto domiciliario y por la extinción de las focas pero encuentran perfectamente normal el tiro al pichón sobre una población densamente habitada. Las “cuestiones de principio” existen sólo para los tontos fingidos que tiene alguna “posición” y para la masa que es cretinizada desde que nace y que cree de buena fe que los “derechos humanos” corresponden a alguna cosa concreta.
La demostración de que “las cuestiones de principio” son un engañabobos la da el llamado “racismo”. No pasa día sin que en los periódicos y en la televisión se hable del Nazismo, de las “leyes raciales” y de los “sufrimientos del pueblo judío” en todo tiempo y lugar. Llegados a este punto, uno esperaría una sensibilidad análoga cuando, hoy, se verifican situaciones completamente asimilables a las execradas para que “no se repita nunca más”… En cambio, nada: silencio total, suma indiferencia y- colmo de la burla- inversión orwelliana de la realidad que describe a quien sufre el “racismo”, la destrucción de los olivos, de las casas y la humillación cotidiana como el “agresor”, mientras que quien arremete y practica un “racismo” sistemático (incluso con los suyos: sólo hay que pensar en los “israelíes” yemeníes, en los falachas, etc.) “se defiende”.
La moraleja que se puede sacar de todo esto es la siguiente: Occidente (es decir, la parte del mundo dominada por Angloamérica y que debe adoptar invariablemente la ideología holocáustica y la judeolatría) se sirve de las “cuestiones de principio” sólo para cubrir la realidad con un cinismo sin escrúpulos al servicio de la única cosa en que cree: el poder del dinero. Por lo demás, la misma “sociedad israelí” presentada como “la única democracia de Oriente Medio”, es caracterizada por quienes la han conocido de cerca como una sociedad compuesta, especialmente en su juventud ideologizada y militarizada, por personas que no creen en nada, excepto en el mito del “poder de Israel”. Aquí, el concepto de “elección”, despojado de todo su significado espiritual, se ha degradado en la autoidolatría de un “mesías colectivo” que, no creyendo más que en sí mismo, representa la forma más extrema de materialismo.
8) Molidos por Occidente y abandonados por demasiados viles “gobernantes” árabes, los palestinos son un ejemplo para el mundo entero. Es un ejemplo su solidez en la resistencia, desde hace cien años, cuando nosotros, que no teniendo guerras en casa vamos a buscarlas por el mundo camufladas como “misiones de paz”, por una décima parte de lo que han sufrido ellos ya nos habríamos extinguido.
Es un ejemplo su confianza en la victoria, incluso en los momentos más difíciles. Es para reflexionar, si se piensa que en el “paraíso democrático” que debería ser exportado a base de bombas la gente se deprime por los motivos más inconsistentes. Es un ejemplo su saber morir con dignidad, con el dedo hacia el cielo mientras, en un lago de sangre afortunadamente puro de la infección de la “democracia” y de los “derechos humanos”, dan testimonio de que “no hay más divinidad que Allah”. Imaginemos la gente moribunda de una ciudad occidental bombardeada y el modo grotesco en que abandonarían esta tierra, entre estertores descompuestos e imprecaciones. Sí, hacen bien en no mostrarnos a los palestinos que, con la pierna prácticamente arrancada, son llevados al hospital pensando sólo en cómo devolver el alma a Allah en el Momento decisivo.
9) Que los periódicos y las televisiones sirvan de megáfonos de la propaganda sionista, es algo de lo que no cabe sorprenderse. Los papagayos repiten lo que aprenden del amo. Y Occidente, hoy, con Italia situada en una posición particularmente mala, produce cantidades impresionantes de charlatanes y bufones de corte. Quienes, en cambio, podrían decir algo sensato y sustentado por un saber sólido fruto de estudios y del conocimiento directo de los lugares, la lengua y las personas es excluido de las tareas de relieve de los periódicos y televisiones, pero también en las universidades (donde, con poquísimas excepciones, pululan arabistas que no toman nunca “posición”), donde se permanece sólo si se hace acto de vasallaje con dosis progresivas de prostitución moral. Pero esto, al final, es un “falso problema”: una vez que nos liberemos de la presencia de más de cien instalaciones militares de EEUU y de la OTAN, también la pornografía informativa que nos toca soportar se resolverá, y también la universidad y el llamado “mundo de la cultura” serán accesibles para quien no tiene ganas de hacer el tartufo durante toda su vida.
10) Volvemos al punto inicial. Saber ver “el problema” es esencial. El problema no son” los judíos”, como creen todos aquellos que, por un motivo o por otro, tienen la necesidad de meter- so pena de la admisión de haber cometido un error colosal- “al judío en el centro de la escena”. El problema es el Sionismo como ideología de Occidente así como la Entidad Sionista como base político-territorial del Sionismo. Pero no es aún este el problema principal. El problema principal es Angloamérica, con su “civilización” materialista que transforma al hombre en lo mismo que un objeto. Algo bien distinto de la “islamización” de Europa. Al- Qaeda, como ese “Dios” que “promete”, es algo que nadie ha visto nunca, ¡pero las bases de los EE.UU y de la OTAN sí! Sin embargo, los pueblos de Europa, que ciertamente no se destacan por su astucia, ¡se han dejado confundir hasta tal punto que piensan que les está “invadiendo el Islam”! La islamofobia se revela también un instrumento ideológico para hacer pasar de modo indiferente una masacre: “esos palestinos, si son musulmanes, ¡alguna culpa tendrán en cualquier caso!”.
Al heroico pueblo palestino los pueblos de Europa debieran mirarlo con admiración. Están ahí para demostrarnos que nada es imposible y que, incluso cuando todo parece perdido, al final vence quien permanece ligado a la tierra y a su propio modo de vida. Ese modo de vida enseña que resistir es justo y sacrosanto, y no hay mentira mediática que pueda desgarrar esta verdad cuando el alma no está corrompida. El problema de los italianos, de los europeos, es establecer si todavía tienen un alma. Si la “civilización” angloamericana no la ha asesinado y el Sionismo no ha conquistado las mentes y los corazones, sabrán reconocer que los palestinos están luchando también por nosotros.