lunes, 28 de diciembre de 2009

Madrid, la Villa Contaminada



A nadie se le escapa que Madrid vive bajo una gran nube tóxica. Desde hace varios años se superan la mayoría de niveles de contaminación permitidos. Sin embargo, pese a que en las ordenanzas municipales está estipulado que el Ayuntamiento tiene que reaccionar inmediatamente ante la superación de estos límites, nada cambia.

Durante el año pasado (2008) los índices de contaminación fueron algo menores. Sin embargo, según las organizaciones ecologistas, esto se debió a la meteorología anual, y no a ningún tipo de reducción de las fuentes contaminadoras o de medida dedicada a combatirla. Además, según estas mismas fuentes, los datos están falseados, ya que algunas estaciones de medición, “casualmente” en las zonas donde más contaminación hay (como las de Atocha o Villaverde) no funcionaron.

Por ejemplo, durante el pasado año se registraron un valor medio de 55 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico de aire, cuando la ley dice que no deben superar los 44. De pm10 (partículas emitidas sobretodo por los vehículos diesel) se registraron 50 microgramos por metro cúbico, cuando el límite son 40.

El 80% de la contaminación en Madrid es producida por los vehículos. Sin embargo no se toma ninguna medida restrictiva para su uso, y sus alternativas son muy limitadas. El transporte público está saturado y es caro, mientras que alternativas como la bicicleta no son promocionadas, ya que ni existen carriles bici, ni aparcamientos seguros para estas ni campañas de alquiler o compra de bicicletas a precios populares.

Tampoco ayuda el modelo de ciudad, de ciudades dormitorio o barrios residenciales alejados de los centros de trabajo, lo que conlleva depender del transporte para ir a trabajar. Y para colmo los disparatados precios de la vivienda, que obligan a la gente a residir cada vez más lejos de la capital, mientras que la mayoría del trabajo se concentra en la misma. También se echa de menos algún tipo de política regional para redistribuir el trabajo, ya que no nos parece lógico que alguien de Alcorcón se desplace a Madrid y un madrileño a Alcorcón para realizar el mismo trabajo, lo cual ya es de chiste cuando se trata de la misma empresa.

Las únicas medidas que se toman son respecto a fuentes de contaminación menores, como las calderas o la industria. Importantes, sí, pero como hemos dicho anteriormente responsables entre todas ellas del 20% de la contaminación madrileña. Por ello, tenemos claro que las medidas que han de tomarse, por impopulares que estas sean, han de ir referidas al uso del coche.

Tampoco creemos que sea tan dificil, y se podía tomar ejemplo de algunas capitales europeas. Por ejemplo, restringir el acceso al centro o a determinados barrios, ya sea a través de horarios, o de días pares o impares según matrículas, etc. Tampoco estaría de más el establecimiento de aparcamientos disuasorios, aunque para que estos surtan el efecto deseado, deberían bajar sus elevados precios.

Sin embargo, cualquier medida restrictiva del vehículo particular, si quiere ser justa, debe ir precedida por ofrecer unas alternativas decentes: Mejora del transporte público y bajada de sus tarifas, así como promoción de estos (con campañas de verdad y no con lemas que parece que se ríen de los usuarios como: Metro de Madrid vuela), construcción de una red de carriles bici por toda la ciudad, así como remodelación de los existentes, bien señalizados, seguros, así como una campaña para informar de su existencia tanto a peatones como a vehículos, puestos de alquiler de bicis y aparcamientos gratuitos y vigilados para estas, etc.

También sería conveniente revisar el modelo de ciudad, el cual como hemos comentado antes es totalmente insostenible. Y más teniendo en cuenta el dato de que se utilizan 46 veces los recursos equivalentes a su superficie. Por lo tanto, habría que terminar con el modelo de megalópolis inhabitable y comenzar a diseñar una ciudad más humana e integrada en el medio, para ello podría valerse de ejemplos como el de Berlín (mucho más sostenible pese a tener el doble de habitantes).

De lo contrario, seguiremos viviendo en un infierno contaminado, con las lógicas consecuencias para nuestra salud.
David A. para la Secretaría de Comunicación del MSR Madrid