Recuperemos la dignidad perdida. Combatamos la claudicación sindical
Las sucesivas reformas laborales y retrocesos que venimos
padeciendo los trabajadores/as constituyen el síntoma más evidente del
fracaso más profundo del actual modelo del sindicalismo representado,
fundamentalmente, por el matrimonio CCOO-UGT. Que está ocasionando una profunda crisis de confianza en los trabajadores/as hacia toda clase de sindicalismo, provocando un total desapego entre los trabajadores/as y el sindicato.
El sindicato se ha convertido en un ente ajeno al trabajador. Trasladándose de las fábricas y centros de trabajo, a organismos ajenos a los trabajadores/as y a la realidad laboral.
Transformándose de representantes de los trabajadores frente al capital
en representantes del capital frente a los trabajadores/as.
Durante años venimos padeciendo, permaneciendo impasibles y en silencio, la burocratización del sindicalismo, su vacío de contenido y la firma de acuerdos a nuestras espaldas. ¿El resultado? Pérdida de nuestra dignidad,
vulneración de nuestros derechos, usurpación de nuestras conquistas y
especulación con el elevado desempleo, que abarata y precariza el
trabajo.
Provocando un
hartazgo y una humillación de los trabajadores/as. Llevándoles,
erróneamente, a auto-castigarse dando la espalda al sindicato. Porque lo
que nace como un voto de castigo hacia la colaboración y claudicación,
la burocracia y la corrupción sindicales, representa un debilitamiento
del trabajador. Cuando el sindicato no es una persona, no son unos
edificios, no es una bandera. Es la voluntad organizada de los trabajadores.
Nuestra desorganización
se está traduciendo en un golpe de estado al derecho del trabajo, una
superexplotación del trabajador y un empobrecimiento masivo de los
sectores populares de la población. Y sólo una resistencia activa de los
trabajadores/as y una oposición firme a la paz social, que busca
maximizar y privatizar las ganancias económicas del capital, así como
socializar sus pérdidas, invertirá la situación. Siendo labor del
sindicato, potenciar la organización
y movilización permanente de los trabajadores/a y plantear la lucha en
un doble frente: contra la sociedad capitalista y la burocracia
sindical, aliados en la defensa de sus bastardos intereses.
Revolución vs
Reformismo constituye el principal dilema que deben resolver los
trabajadores. Y que explica que la lucha por unas mejores condiciones de
vida sea inseparable de la lucha por el poder, al constituir la
conquista del poder político por parte de los trabajadores/as el único camino para destruir la sociedad capitalista y socializar los bienes producidos por los trabajadores/as.
Los trabajadores/as organizados en la Unión Sindical de Trabajadores buscamos
invertir la situación anteriormente denunciada, para así dotar a todo
trabajador y trabajadora de un instrumento eficaz de defensa de sus
intereses y avanzar en la construcción de una Patria independiente,
soberana, justa y en la que todos sus bienes y recursos se encuentren
socializados.
Lanzamos la
consigna de la REBELIÓN DE LOS TABAJADORES/AS en busca de una
transformación profunda e íntegra del sindicalismo en un instrumento de
liberación social, que pasa por la superación de las conductas
claudicantes, no se trata de sustitución de personas.
Para detener la ofensiva capitalista y avanzar en la acumulación de fuerzas, la Unión Sindical de Trabajadores propone un plan estratégico de actuación en base a dos grandes puntos:
1.- REPARTO DEL TRABAJO sin reducción del salario.
Trabajar
menos para que, en tiempos de elevado desempleo, trabajemos todos y que,
en tiempos de expansión vivamos más y mejor. Conquista imprescindible
para la reducción del desempleo, que además fortalece la unidad y la fuerza de los trabajadores/as.
Contrastando
con el concepto capitalista de reparto de trabajo se limita a repartir
los puestos de trabajo ya existentes entre los trabajadores en plantilla
para aumentar la productividad del trabajo manteniendo
los sueldos, flexibilizando los horarios, aumentando la intensidad del
trabajo, etc.; y si por presiones, la patronal no tiene más remedio que
aumentar un poco los salarios, lo hará siempre aumentando todavía más la
productividad, es decir, solamente si ella aumenta antes su beneficio
más que los salarios, de manera que incluso se hace con más capital del
que disponía antes de repartir el trabajo.
Ahora bien, el reparto del trabajo nunca puede suponer:
a.- Perder salario. Porque constituye una autoderrota que desanima a aquellos trabajadores/as que realizaron el sacrificio.
b.- Incremento de
los ritmos de trabajo. La patronal buscará mantener el salario del
trabajador a cambio de que produzca más. En este caso, el empresario
aumentará su capital mientras que los trabajadores sufrirán un deterioro
en sus condiciones de vida y de trabajo, y no se reducirá el paro
c.-
Flexibilizar, agilizar los horarios, los turnos, adaptándolos a las
necesidades de la producción, tal cual las define la patronal. Las
nuevas tecnologías al permitir innovar, producir, transportar y vender
en poco tiempo, permite al empresario ahorrar tiempo ahorrar gastos y
multiplicar beneficios. Pero además dificulta la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores/as
2.- SOCIALIZACIÓN DE LOS CENTROS DE TRABAJO.
La compra-venta de
trabajo y la propiedad privada de los medios de producción transforma a
todo trabajador en una mercancía de la que obtener el máximo beneficio
posible.
Por un lado, por constituir el trabajo una prolongación de la persona no puede ser comprado ni vendido;
representando toda compra-venta de trabajo una forma de esclavitud.
Mientras que, por otro lado, la propiedad privada de los medios de
producción no satisface las necesidades colectivas y obstaculiza el
desarrollo individual de las personas.
La producción tiene
como función satisfacer las necesidades humanas. Pero la realidad con
la que nos encontramos en toda sociedad capitalista es que a pesar de
encontrarse todos los bienes apropiados, no todas las personas ven
satisfechas sus necesidades. Constituyendo, por ello, la propiedad
privada de los medios de producción, la barrera que separa las
necesidades humanas de los bienes producidos para satisfacerlas. Resulta
necesario destrozar la actual estructura de propiedad para destruir
dicha barrera, socializando los centros de trabajo mediante la
participación de los trabajadores/as en la producción, distribución,
gestión de las empresas y participación en los beneficios; rompiendo
toda excesiva dependencia y vulnerabilidad del trabajador respecto del
salario.