viernes, 9 de noviembre de 2012

14-N Huelga General

Recuperemos la dignidad perdida. Combatamos la claudicación sindical
Las sucesivas reformas laborales y retrocesos que venimos padeciendo los trabajadores/as constituyen el síntoma más evidente del fracaso más profundo del actual modelo del sindicalismo representado, fundamentalmente, por el matrimonio CCOO-UGT. Que está ocasionando una profunda crisis de confianza en los trabajadores/as hacia toda clase de sindicalismo, provocando un total desapego entre los trabajadores/as y el sindicato.
El sindicato se ha convertido en un ente ajeno al trabajador. Trasladándose de las fábricas y centros de trabajo, a organismos ajenos a los trabajadores/as y a la realidad laboral. Transformándose de representantes de los trabajadores frente al capital en representantes del capital frente a los trabajadores/as.
Durante años venimos padeciendo, permaneciendo impasibles y en silencio, la burocratización del sindicalismo, su vacío de contenido y la firma de acuerdos a nuestras espaldas. ¿El resultado? Pérdida de nuestra dignidad, vulneración de nuestros derechos, usurpación de nuestras conquistas y especulación con el elevado desempleo, que abarata y precariza el trabajo.
Provocando un hartazgo y una humillación de los trabajadores/as. Llevándoles, erróneamente, a auto-castigarse dando la espalda al sindicato. Porque lo que nace como un voto de castigo hacia la colaboración y claudicación, la burocracia y la corrupción sindicales, representa un debilitamiento del trabajador. Cuando el sindicato no es una persona, no son unos edificios, no es una bandera. Es la voluntad organizada de los trabajadores.
Nuestra desorganización se está traduciendo en un golpe de estado al derecho del trabajo, una superexplotación del trabajador y un empobrecimiento masivo de los sectores populares de la población. Y sólo una resistencia activa de los trabajadores/as y una oposición firme a la paz social, que busca maximizar y privatizar las ganancias económicas del capital, así como socializar sus pérdidas, invertirá la situación. Siendo labor del sindicato, potenciar la organización y movilización permanente de los trabajadores/a y  plantear la lucha en un doble frente: contra la sociedad capitalista y la burocracia sindical, aliados en la defensa de sus bastardos intereses.
Revolución vs Reformismo constituye el principal dilema que deben resolver los trabajadores. Y que explica que la lucha por unas mejores condiciones de vida sea inseparable de la lucha por el poder, al constituir la conquista del poder político por parte de los trabajadores/as el único camino para destruir la sociedad capitalista y socializar los bienes producidos por los trabajadores/as.
Los trabajadores/as organizados en la Unión Sindical de Trabajadores buscamos invertir la situación anteriormente denunciada, para así dotar a todo trabajador y trabajadora de un instrumento eficaz de defensa de sus intereses y avanzar en la construcción de una Patria independiente, soberana, justa y en la que todos sus bienes y recursos se encuentren socializados.
Lanzamos la consigna de la REBELIÓN DE LOS TABAJADORES/AS en busca de una transformación profunda e íntegra del sindicalismo en un instrumento de liberación social, que pasa por la superación de las conductas claudicantes, no se trata de sustitución de personas.
Para detener la ofensiva capitalista y avanzar en la acumulación de fuerzas, la Unión Sindical de Trabajadores propone un plan estratégico de actuación en base a dos grandes puntos:
1.- REPARTO DEL TRABAJO sin reducción del salario.
Trabajar menos para que, en tiempos de elevado desempleo, trabajemos todos y que, en tiempos de expansión vivamos más y mejor. Conquista imprescindible para la reducción del desempleo, que además fortalece la unidad y la fuerza de los trabajadores/as.
Contrastando con el concepto capitalista de reparto de trabajo se limita a repartir los puestos de trabajo ya existentes entre los trabajadores en plantilla para aumentar la productividad del trabajo manteniendo los sueldos, flexibilizando los horarios, aumentando la intensidad del trabajo, etc.; y si por presiones, la patronal no tiene más remedio que aumentar un poco los salarios, lo hará siempre aumentando todavía más la productividad, es decir, solamente si ella aumenta antes su beneficio más que los salarios, de manera que incluso se hace con más capital del que disponía antes de repartir el trabajo.
Ahora bien, el reparto del trabajo nunca puede suponer:
a.- Perder salario. Porque constituye una autoderrota que desanima a aquellos trabajadores/as que realizaron el sacrificio.
b.- Incremento de los ritmos de trabajo. La patronal buscará mantener el salario del trabajador a cambio de que produzca más. En este caso, el empresario aumentará su capital mientras que los trabajadores sufrirán un deterioro en sus condiciones de vida y de trabajo, y no se reducirá el paro
c.- Flexibilizar, agilizar los horarios, los turnos, adaptándolos a las necesidades de la producción, tal cual las define la patronal. Las nuevas tecnologías al permitir innovar, producir, transportar y vender en poco tiempo, permite al empresario ahorrar tiempo ahorrar gastos y multiplicar beneficios. Pero además dificulta la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores/as
2.- SOCIALIZACIÓN DE LOS CENTROS DE TRABAJO.
La compra-venta de trabajo y la propiedad privada de los medios de producción transforma a todo trabajador en una mercancía de la que obtener el máximo beneficio posible.
Por un lado, por constituir el trabajo una prolongación de la persona no puede ser comprado ni vendido; representando toda compra-venta de trabajo una forma de esclavitud. Mientras que, por otro lado, la propiedad privada de los medios de producción no satisface las necesidades colectivas y obstaculiza el desarrollo individual de las personas.
La producción tiene como función satisfacer las necesidades humanas. Pero la realidad con la que nos encontramos en toda sociedad capitalista es que a pesar de encontrarse todos los bienes apropiados, no todas las personas ven satisfechas sus necesidades. Constituyendo, por ello, la propiedad privada de los medios de producción, la barrera que separa las necesidades humanas de los bienes producidos para satisfacerlas. Resulta necesario destrozar la actual estructura de propiedad para destruir dicha barrera, socializando los centros de trabajo mediante la participación de los trabajadores/as en la producción, distribución, gestión de las empresas y participación en los beneficios; rompiendo toda excesiva dependencia y vulnerabilidad del trabajador respecto del salario.