Cuando escuchamos hablar del Tradicionalismo, y más dentro de ciertos ámbitos o
contextos político-ideológicos, nos vienen a la memoria una serie de autores que, si bien
no son excesivamente populares, sus nombres son bien conocidos por quienes militan,
simpatizan o simplemente sienten algún interés o afinidad con susodichos movimientos.
Los nombres de Julius Evola, especialmente, René Guénon, Frithoff Schuon o Titus
Burckhardt figuran como los autores más destacados en la difusión de las corrientes
tradicionalistas, al mismo tiempo que se han erigido como depositarios e implacables
críticos del mundo moderno, frente al cual postulaban distintas posturas, normas y
vías para alcanzar una meta común. En este sentido, el autor que nos disponemos a
presentar; a Guido de Giorgio, forma parte de ese elenco de autores, mucho mayor que
los mencionados con anterioridad, que no ha gozado de una gran difusión editorial
ni sus escritos han trascendido decisivamente más allá de las fronteras de su Italia
natal.