Un lobo que es madrileño. Es uno de los 
siete ejemplares que los naturalistas han fotografiado y grabado en la 
sierra de Madrid. Vive en una superficie no superior a las 50 hectáreas,
 aunque puede seguir colonizando nuevas zonas en los próximos años.
El lobo ha regresado a la Comunidad de 
Madrid y ya cría en la vertiente madrileña de la sierra del Guadarrama, 
tras más de 60 años sin hacerlo. Así lo atestiguan las investigaciones 
—avaladas por fotos y vídeos— del grupo de naturalistas Sierra 
Carpetania que reflejan las evoluciones de siete ejemplares: dos adultos
 (pareja alfa), un subadulto y cuatro cachorros. Y es que aunque en los 
últimos años los lobos habían llevado a cabo incursiones por la sierra 
madrileña e, incluso, se habían producido ataques esporádicos al ganado,
 no se tenía constancia de que el cánido se hubiera reproducido en 
Madrid desde 1952.
Fuentes de la Consejería de Medio 
Ambiente del Gobierno regional aclararon ayer que a ellos no les había 
llegado oficialmente ningún tipo de documentación que acreditase el 
establecimiento de la especie en Madrid y aseguraron que al ser un 
animal protegido son necesarios permisos para llevar a cabo una 
investigación, “algo que no tenían estas personas”, en referencia a los 
ecologistas que han conseguido las exclusivas imágenes. “En todo caso”, 
prosiguen, “no sería extraño que alguna pareja entrara desde la 
vertiente segoviana”. Por este motivo, los guardas forestales están 
atentos a sus movimientos, sobre todo a partir de febrero, momento en el
 que los ejemplares comienzan a buscar nuevos territorios.
“Iba en el coche a finales de agosto de 
2010, como siempre observando el entorno, cuando divisé un lobo”, relata
 Omar Alonso, capataz forestal y educador ambiental de la Comunidad de 
Madrid en la Sierra Norte. El descubrimiento le animó a poner en marcha 
una búsqueda más concienzuda junto a sus compañeros Rubén Laso y Diego 
Martín, todos miembros de la Asociación Sierra Carpetania. “Se habían 
producido ataques a ganado en la zona, por lo que no nos pareció extraño
 que apareciera algún ejemplar, aunque fuera de forma esporádica”, 
indica Laso. Sobre todo si se tiene en cuenta que el lobo recolonizó las
 provincias de Segovia y Guadalajara en los años noventa, y en 1998 los 
cánidos ya criaron al norte de la provincia de Segovia, y en 2003 se 
dieron los primeros ataques al ganado en Somosierra. “Era solo cuestión 
de tiempo que llegaran aquí”, aseguran.
La zona, a pesar de su cercanía con 
Madrid, mantiene un hábitat todavía privilegiado, que permite el 
asentamiento de esta y otras especies. Desde encinares, a prados, 
pinares, matorrales… y con abundancia de corzos y jabalíes, dieta del 
cánido. “Son más de 125.000 hectáreas de territorio que se extienden por
 el Guadarrama, Sierra del Rincón y la cuenca del río Lozoya, con una 
densidad de población humana muy baja”, explica Alonso.
El lobo recupera territorios de donde había desaparecido desde hace más de medio siglo.
Los tres naturalistas comenzaron a acotar
 el terreno, estudiando excrementos y marcajes. En otoño de 2010, 
instalaron las cámaras de foto trampeo. En septiembre de 2010, 
registraron a una loba adulta a la que se le intuían las mamas bajo el 
pelaje. “Todavía era complicado aventurar nada, teniendo en cuenta lo 
que se desplazan”, comenta Alonso. En la primavera del año siguiente 
grabaron a otra loba en avanzado estado de gestación en Madrid.
Durante ese verano continuaron las 
investigaciones sobre la ubicación del posible lugar de cría. Los 
aullidos, un método utilizado tradicionalmente para localizar a la 
especie, también ayudaron. “Una noche respondieron, fue muy lejano, pero
 suficiente”, recuerdan. En agosto de 2011, un año después de observar 
al primer lobo, llegó la recompensa: un vídeo en el que se ve a un 
cachorro de unos tres meses andando por la noche. “Calculamos que 
recorrieron entre 15.000 y 20.000 hectáreas antes de decidir cuáles eran
 las 50 hectáreas de terreno adecuadas para criar [en Madrid]”, explica 
Laso.
Era agosto de 2011, dejaron una cámara 
instalada de manera permanente con el riesgo de su robo. A las dos 
semanas, entre las imágenes, “apareció el cachorro”. En 2012, ya 
grabaron un adulto solitario, dos cachorros que van juntos y otro 
ejemplar de unos dos años de edad. El lobo se había establecido en 
Madrid. Ahora están a la espera de que la Comunidad les autorice la 
instalación de cámaras y la entrada a zonas restringidas.