El
pasado 7 de agosto, un grupo de militantes del MSR se concentraron en
la madrileña plaza de Callao. Se trataba de una concentración silenciosa
en protesta por los crímenes del gobierno israelí sobre la población
civil de Gaza y Cisjordania, a la que se unieron
espontáneos palestinos, sirios o iraquíes que pasaban por el lugar. El
mensaje de la pancarta era claro: “Mientras Israel asesina, ¿tú
callas?”.
Denunciamos
un silencio que se prolonga en el tiempo desde 1948, conflicto
recrudecido en 1967 y consentido por todas las naciones mal llamadas
democráticas. Gobierno democrático, una simple etiqueta que nada tiene
que ver con su significado y que concede la misma impunidad que la placa
policial con la que macarras uniformados golpean y roban al ciudadano, o
la cartera de ministro que permite desfalcar las arcas del Estado. Una
etiqueta que ostentan Estados Unidos o Israel, que en nombre de la
libertad y la democracia ejercen su “legítimo” derecho a la defensa
propia bombardeando hospitales y colegios o arrasando países enteros.
Una etiqueta que se concede por simpatías e intereses económicos, que
tacha a Siria de dictatorial por defenderse de los fundamentalistas
islámicos pero sonríe al capitalismo de Estado chino, disfrazado de
comunismo, por los beneficios comerciales.
El
doble rasero se ve cuando el derribo de un avión comercial en Ucrania
(ataque que estamos de acuerdo debe ser castigado con la máxima dureza)
desemboca en el bloqueo y castigo internacional a Rusia, a pesar de no
haber comprobado su relación con dicho ataque, mientras que el asesinato
indiscriminado de casi 2.000 palestinos no supone
penalizaciones para Israel. Esto, acompañado de declaraciones como la de
la diputada israelí Ayelet Shaked en las que abogaba por el asesinato
de mujeres y niños palestinos por ser madres de terroristas unas y
futuros terroristas los otros, es algo permitido e incluso bien visto
por las naciones occidentales, por no mencionar los cantos de la
población israelí en los que corean que "mañana no hay colegio en Gaza
porque no quedan niños".
Si
al salvajismo sionista se añade un beneficio económico, la ecuación se
completa. La reconstrucción de las ciudades destruidas se financia por
medios israelíes, lo que supone añadir un control más sobre el pueblo
palestino, además de pingües beneficios para la banca.
Ante
la impunidad del estado genocida de Israel y el silencio de sus
lacayos, el Movimiento Social Republicano seguirá saliendo a la calle
para ser el grito de protesta de los civiles palestinos masacrados por
las bombas sionistas. ¡ISRAEL, RÉGIMEN GENOCIDA!