jueves, 14 de agosto de 2008

Los tanques rusos deben rodar por las calles de Tbilissi

Declaración de Alexander Douguin, portavoz del Movimiento Euroasiático Internacional.
Tsjinvali


Los ochos años de Putin han concluido el pasado siete de agosto, en el momento mismo del ataque georgiano contra Tsjinvali. Putin ha devuelto su soberanía a Rusia, soberanía a la que esta había renunciado durante el periodo Gorbachev—Yeltsin, pero ha evitado todo conflicto armado con los Estados Unidos y sus marionetas en lo que había sido la URSS. El presidente Medvedev ha accedido al puesto supremo como compromiso para no provocar a Washington con un tercer mandato presidencial. (1)


Hasta hace poco (julio de 2008) los Estados Unidos jugaban al gato y al ratón con Moscú. De forma furtiva y manera pragmática, conducían diversos proyectos clandestinos y de baja intensidad. El siete de agosto ha sido un punto de ruptura. Putin y Medvedev tienen que dar una respuesta clara. ¿Qué les es más importante? ¿La soberanía rusa o la salvaguarda de las buenas relaciones con los Estados Unidos?

Los americanos nos han dado un ultimátum al ordenar a los georgianos atacar Tsjinvali. El tiempo de las decisiones difíciles y desagradables ha llegado. Es la guerra. Es posible que haya comenzado la Tercera Guerra Mundial.


Al mediodía del ocho de agosto, Moscú todavía no ha tomado la decisión. Nuestras autoridades no acaban de decidirse, no creen aún que lo que pasando es realidad y no un mero sueño. Pero es imposible perder más tiempo para tomar decisiones, si no, alguien lo hará en nuestro lugar.


Cuales son pues las opciones y cuales las posiciones posibles entre las que Putin (y Medvedev) deben escoger.

La opción de la traición

Si Rusia decide no entrar en el conflicto (es la posición que defienden los agentes americanos en las altas esferas del poder) y se contenta con quejarse y protestar contra la actitud contraria a las normas de los georgianos y la catástrofe: será una opción, una opción fatal. Significará que Rusia ha renunciado a su soberanía.


De hecho, la elección de esta posición supondría reconocer que los ocho años de Putin no han sido más que un bluff y un tiempo perdido. Rusia regresaría a los años noventa en un instante. Rusia y los observadores internacionales se darían cuenta de que no sería ninguna ayuda y no serviría para nada tomar esta opción en consideración. El resultado sería fácil de predecir; una nueva etapa en la desintegració n de Rusia, comenzando por el Cáucaso. Nuestros socios en el seno del CEI se apartarían de nosotros cuando vieran quien es el amo. Y Washington sería ese amo.

Rusia perdería no tan sólo su estatuto de gran potencia sino también el de potencia regional. Esta elección sería el equivalente a un Golpe de Estado o de una revolución naranja. (2) La dimisión de Putin de su puesto de Primer Ministro y la desintegració n del aparato del Estado sería la etapa siguiente en esa ruta.

La opción del honor

¿Cuál es esa alternativa? Hela aquí. La declaración de la Independencia de Osetia del Sur (y de Abkhazia), y el paso siguiente, su regreso a Rusia. Al mismo tiempo la entrada del 58 Ejército en Osetia del Sur y la guerra contra Georgia hasta que nuestras tropas entren en Tbilissi y dicten a su gobierno nuestra paz.

Si esto sucede, Rusia se enfrentará violentamente a los Estados Unidos y Europa Occidental. Será el comienzo de un largo proceso de bloqueo y aislamiento de Rusia por parte del gobierno estadounidense. Pero Rusia probará así que su estatus no es el de una potencia regional sino el de una gran potencia. Rusia demostrará que es capaz de desafiar a los Estados Unidos y al Nuevo Orden Mundial. Esto significará que Rusia ha regresado a la arena mundial y a la historia.

En vísperas de la guerra (Rusia está en peligro)

Es posible comparar la situación actual a la del 22 de junio de 1941. Hemos sido atacados sin declaración de guerra, hemos sido atacados mientras se nos hacia una “declaración de paz.” Es posible evitar la guerra, pero sólo capitulando. Osetia del Sur es parte de Rusia por su civilización y por su propia elección política. Si abandonamos Osetia del Sur, no importa quién pueda apoderarse de cualquiera de nuestros territorios.

Estamos en la misma situación que 1991-1993. También en aquel momento Rusia estaba frente a una elección radical.


En agosto de 1991, la suerte de la URSS se decidió. El Comité de Estado a cargo de las situaciones extraordinarias no resistió, la URSS estalló en pedazos. Las “marionetas” americanas accedieron al poder.


En 1993, el gobierno intentó devolver a Rusia una política de soberanía nacional. Era evidente que Yeltsin y los reformistas vendían nuestro país a los americanos. Yeltsin derrocó el gobierno y nuestro Estado alcanzó el más alto nivel de desintegración: el del separatismo en el Norte del Cáucaso (Chetchenia, Daghestan, etc.)


En 1999, Putin venció, pero no logró la victoria definitiva.

Los rusos ya han escogido. Las élites aún tienen que hacerlo.

Actualmente, la situación es la siguiente: o Rusia existe y se vuelve más fuerte, o decide ser sólo un espejismo.


Esta no es una elección aceptable para un ruso responsable. “Nuestros tanques deben rodar por las calles de Tblissi,” he aquí la respuesta de nuestra historia. Desgraciadamente nuestra élite sigue siendo irresponsable. La red de los agentes occidentales se extiende a través del aparato estatal ruso. Putin no ha hecho purgas serias. Esto puede perjudicar a nuestra nación. Este es el momento en que podemos por fin determinar quién está con nosotros y quién no.

------------ ---
1 – NdT: Putin ya ha cumplido dos mandatos presidenciales
2 – La revolución liberal de Ucrania