domingo, 14 de junio de 2009

Cultura Alternativa XVII


Michel Houellebecq (1958).

Ampliación del campo de batalla.

3. El juego de la Place du Vieux Marché.

[…]

Me siento en una de las losas de hormigón, decidido a aclarar las cosas. No cabe la menor duda de que esta plaza es el corazón, el núcleo central de la ciudad. ¿A qué se juega aquí exactamente? Lo primero que observo es que por lo general la gente se mueve en pandillas, o en grupitos de dos a seis individuos. Ningún grupo se me antoja igual que otro. Claro que todos se parecen, se parecen muchísimo, pero ese parecido no tiene nada que ver con la identidad. Como si hubieran decidido concretar el antagonismo que acompaña sin falta cualquier clase de individuación adoptando ropas, formas de moverse, formas de agrupamiento ligeramente distintas.

Después observo que toda esa gente parece satisfecha consigo misma y con el universo; es asombroso, y hasta da un poco de miedo. Deambulan con sobriedad, aquél enarbolando una sonrisa socarrona, éste un gesto embrutecido. Algunos, entre los más jóvenes, llevan cazadoras con motivos del rock duro más salvaje; pueden leerse frases como Kill them all! o Fuck and destroy!; pero todos comunican la certeza de estar pasando una tarde agradable, dedicada esencialmente a consumir, y por lo tanto a contribuir a la reafirmación de su ser.

Finalmente, observo que me siento distinto a los demás, sin por ello poder precisar la naturaleza de esta diferencia.

Termino por cansarme de esta observación sin resultados y me refugio en un café. […]