Nos dice el Premio Nobel en Economía, P.
Krugman, que en junio Grecia será expulsada del euro y España e Italia
sufrirán un corralito. Y se queda tan ancho el tipo. Este economista,
que entiende de economía, es Premio Nobel en Economía por sus
conocimientos en comercio internacional y matemática, no en
macroeconomía, como apunta X. Sala i Martí, otro economista enfrentado a
Krugman en este sentido. No comparto las ideas de sala i Martí, pero sí
algunas de sus tesis y opiniones como esta, mirando al capitalismo
desde fuera – con lo que me cuesta hacerlo, detestando este sistema como
lo detesto.
Krugman apunta a un corralito fruto del
efecto-histeria causado por la hipotética expulsión del euro de Grecia,
que llevaría a una retirada masiva de capitales en euros de los bancos
en España e Italia y llevarlos a Alemania, hasta que los gobiernos, a
los que los bancos habrán ordenado, cierren el paso a la retirada de
capitales, hasta de los cajeros automáticos, tal y como sucedió en
Argentina.
Pero ¿quién retiraría capitales y se los
llevaría a Alemania? ¿Las grandes fortunas, las grandes empresas, los
grandes ahorradores? Es decir, todos los que ya especulan, todos los que
cometen fraude, todos los que ya tienen actualmente la mejor y mayor
parte de sus capitales en paraísos fiscales. La histeria podría afectar a
los ciudadanos de a pie, que no se llevarían el dinero a ningún otro
país, pero sí debajo de la cama. Y eso supondría llegar a la ventanilla
del banco y no poder retirar más de 900 o poco más de euros, como ya
sucede. Pienso que sí, cabe la posibilidad de que suceda un corralito,
aunque tal vez dependa más de lo que digan los telediarios y Belén
Esteban… Pero el principal problema de España es el consumo interno, que
no existe porque no podemos ni pagar la hipoteca o el alquiler, no
nuestros ahorros, de por sí poco voluminosos o inexistentes.
Otro escenario es que España salga del
euro. Muchos lo desean, muchos patriotas sinceros también. Pienso que el
euro fue un gran paso hacia adelante, pero lamentablemente en manos de
mercaderes, y sería ideal dentro de una Europa unida en lo político
antes que en lo económico, que prime lo político y no el mercadeo –
razón por la que hoy por hoy estamos así de unidos y así de bien, léase
la ironía.
Si cualquier país sale del euro, en el
paso de uno o dos años de tránsito a su moneda propia, volverá a
recuperar la soberanía monetaria y cambiaría que le permitiría jugar con
el precio de la moneda. España, concretamente, y como desean muchos
economistas de alto standing, podría devaluar la peseta, hacer más
atractiva la inversión extranjera –manejar tipos de interés del Banco de
España, nuestro banco central- y por otro lado incrementar nuestros
ingresos en base a un aumento de las exportaciones. Ahora vienen los
problemas:
1. Si salimos del euro y volvemos a la
peseta, el tránsito de una moneda a otra sería caótico: los precios, de
la misma forma que se redondearon al alza cuando pasamos al euro,
volverían a redondearse al alza al paso hacia la peseta, generando una
inflación artificial no derivada de la actividad económica que
implicaría un desajuste aún mayor del que tenemos entre precios y poder
adquisitivo de los trabajadores españoles.
2. Que la peseta fuera devaluada, es
decir, “más barata”, significa que nuestro dinero valdría menos, por lo
que las importaciones que realiza España, desde combustibles hasta
alimentos, pasando por automoción o tecnología, nos saldrían mucho más
caras.
3. Confiar en las exportaciones que
pueda hacer España es ridículo. La casta política en nuestro país se ha
cargado el tejido productivo y de autoabastecimiento de nuestra nación:
no ha protegido a la industria local generando deslocalizaciones; se ha
basado en un modelo de crecimiento de especulación inmobiliaria y de
turismo extranjero; hemos perdido capacidad productiva y nuestro sector
primario, sobretodo en lo que a alimentación concierne, solo hace que
generar pérdidas que se solventaban con las subvenciones del Fondo
Social Europeo, ya cortadas. Resumiendo: que España no tiene nada que
exportar, a parte de ineptitud política y pobreza económica.
4. Si a algún iluminado del Gobierno de
turno en esta situación hipotética de tener la peseta de nuevo con
nosotros, decidiera inyectar más capitales en pesetas a los bancos del
país, nos encontraríamos que harían falta más pesetas para cubrir los
agujeros bancarios, porque la peseta estaría devaluada y los agujeros
calculados en euros, y encima generaría más inflación, porque trabajo no
se estaría creando, ya que el dinero inyectado a la banca, como sus
responsables mismos reconocen con recochineo, no es para otorgar crédito
ni ayudas a los inversores, empresarios y trabajadores españoles, los
únicos capaces de crear empleo.
De mientras sucede este debate, el
Gobierno ya ha regalado a Bankia esos casi 10.000 millones que
justamente son los 10.000 millones recortados en Educación y en Sanidad.
No es el primer rescate ni el último, a este paso. Lo que no se comenta
pero ocurre es que el Banco Central Europeo (BCE) ha inyectado no hace
mucho un BILLÓN de euros al sistema financiero español e italiano,
fundamentalmente. Lo que está haciendo “nuestra” banca es comprar Deuda
Pública que el Estado emite, a un tipo de interés superior al que el BCE
le ha prestado, por lo que hace negocio, pero no suelta ni un crédito a
los que podemos generar trabajo y riqueza sin especular.
Este juego es pura especulación y usura.
El BCE debería ser un Banco Central, pero no lo es: al no tener un ente
político unificado y firme detrás, es solamente un lobby bancario de
entidades financieras fuertes –muchas alemanas, incluido el Banco
Central de Alemania. Lo único que hace es canalizar los intereses de los
usureros de todos los países mediante el chupar la sangre a los Estados
europeos, que sacrifican nuestros ingresos e impuestos para regalarlos
al juego especulativo. Por no hablar de aquellos agentes financieros que
solo participan para invertir, especular y ganar cuando los Estados se
hunden viendo las primas de riesgo subir por las nubes.
La prima de riesgo depende de la Deuda
Pública que adquiera o pretenda adquirir sobretodo el BCE. Si el BCE lo
dominan los especuladores, que prefieren estrangular a los Estados,
obligarán al BCE a no ayudar a los Estados, a seguir ahogándolo para que
sea la banca privada la que compre esta deuda a un interés superior con
el que saca tajada. Parece increíble, pero la gran banca está manejando
el asunto a su antojo, y es ella la que produce y reproduce esta crisis
para seguir alimentando su negocio propio. Pura usura, insisto.
Esto, todo esto, necesitaría otro
artículo largo y pesado, pero que en realidad debería de ser una
declaración programática para aplicar desde el poder político.
Simplemente: nacionalización completa de la banca, poder político
comunitario europeo y estatal por encima del poder económico,
quebrantamiento del juego del interés especulativo e inversión pública.
Sí, inversión pública, no recortes. Creación de trabajo desde el Estado
en múltiples frentes –infraestructuras, defensa, investigación y
desarrollo, sanidad, tecnología puntera, y más- que genere consumo,
movimiento de la economía y generación de ingresos para las arcas
públicas. Ni es fácil, ni simple como lo escribo, ni deseable para
ningún lobby capitalista. Pero es lo justo, lo necesario y lo
socialmente deseable para el renacimiento de nuestros países europeos,
para parir una Europa política y económicamente fuerte que plante cara a
toda agresión externa, incluida la financiera.
Jordi de la Fuente Miró
Responsable de la Secretaría Nacional de Acción Política del MSR
Representante de la AEMN en España