Por séptimo año consecutivo, la
militancia del Movimiento Social Republicano, tenía una cita obligada
para con la verdadera resistencia de un ideal y unos valores frente a un
sistema caduco, corrupto, donde la usura es quien verdaderamente
gobierna.
Allí donde se erige el único monumento a la figura de la excelencia en
la lucha contra la usura, Ezra Pound, nos congregamos un puñado de
disidentes, con orden, disciplina, con fe, con pasión, con lealtad y
fidelidad, en comunión con la ética que abandera nuestras ideas.
Alejados de los monstruos del asfalto, donde aún respira la tierra,
donde la roca sincera aplasta al ladrillo mercader, donde el aire huele a
castilla y a la patria española del Cid, lejos del aciago atasco y la
antítesis de las aspiraciones del “hombre” moderno.
Allí, solos con nuestra renovación de
votos en la lucha. Allí, lejos de masas informes y aformes. Allí, lejos
de la cantidad impuesta a la calidad. Allí, donde el corazón castellano
juzga el quehacer de nuestras manos desde la última cita. Allí volvimos a
la esencia, juramos darlo todo un año más, y sentimos que nuestra cara
no enrojecía ante el examen que esa roca tan viva, hacía de nuestras
acciones, nuestros pensamientos y nuestros corazones.
La Llama ardió, y cada uno de los
presentes la seguiremos portando en nuestro alma, en nuestra lucha,
hasta que vuelva a ser 1º de mayo, porque no hay que parar hasta llegar a
conquistar.
Aprovechamos la fecha significativa y el
acto tan especial, para realizar un sentido y más que merecido
homenaje, a José Luis Jerez, por una vida de entrega, por su Lealtad y
Fidelidad en la defensa de los Valores Europeos. Porque siempre ha
estado ahí para defender los Principios del buen patriota y de la Patria
que le da honra. Quedan pocos Hombres de Honor, sin duda él es uno de
ellos.
Las intervenciones se irán publicando
sucesivamente, la primera, la de Melisa, militante del Movimiento Social
Republicano madrileño la adjuntamos a continuación.
Intervención de Melisa:
“Hablemos de los poetas. Hölderlin
en "Pan y vino" nos deja entrever que la poesía es una actitud frente a
la historia. El poeta moderno, ya no puede vivir la Naturaleza de forma
ingenua, en su inocencia, sino que lo vive nostálgicamente, como aquél
huérfano abandonado por una madre a la que él mismo ha matado.
El poeta sentimental en su
entusiasmo enuncia una ley: "Todo pueblo sólo puede apropiarse y
volverse sobre sí mismo cuando compruebe su extrañeza, pero para ello
debe inicialmente despropiarse; algo que es en origen, que como
resultado conducirá a la apropiación". Ésto nos suena a todos, nos suena
mucho, ya que vivimos en un tiempo de alejamiento con lo nuestro, con
nosotros mismos. Pero hagamos una transvaloración, hagamos que la
decadencia sea la época del mundo que se oculta para poder amanecer. Que
la época de las luces sea, más bien una luz crepuscular. Seamos
valientes, pues el extrañamiento no es lo difícil, de ello ya se
encargaron los cobardes, lo difícil es el apropiamiento. El recuerdo de
un presente pasado que se percibe desde su ausencia, y que no culmina
con la huida hacia el pasado, ni con el ideal de su repetición, sino
teniendo un saber más claro sobre el presente. En ello consiste el arte
trágico del poeta moderno y del hombre de nuestra época, "consumidos en
las llamas, expiamos la llama que no hemos sabido dominar".
El poeta moderno vive en la noche,
noche como desconcierto, como borrachera, Dionisos, oscuridad, canto que
se alza: "¿De dónde viene y a dónde va el dios venidero?
No es la noche la que se extravía,
sino nosotros mismos en ella. Aquellos poetas modernos que quieren
recordar al olvido mismo como origen de todo recuerdo, se les sitúa en
un olvido vigilante, en el que no adormecemos, sino que "velamos" en la
noche. Es una embriaguez sagrada. Esa es la tarea del poeta. El presente
en tanto que espera, le lleva a preguntarse por la función histórica de
la época, y con ello a la cuestión del ser del hombre, de lo que
significa serlo. Comprendiéndose en el presente pero también dentro de
un pasado y desde la apertura a un futuro posible.
La forma de entrever los secretos de
viejos cantos es decir lo impronunciable, lo que las palabras dicen sin
decirlo, "ahora, ahora, tienen que surgir palabras para ello, como
flores".
Hölderlin se pregunta, ¿para qué
poetas en tiempo escaso, en tiempo indigente? "Pero ellos son, dices tú,
como los sacerdotes sagrados del dios del vino, los que fueron de un
país a otro en noche sagrada".
Son, sean, pastores del pueblo, de
aquél pueblo perdido en la oscuridad de la noche, soñando con una luz
prometida, invisible, que no fue ni será. Los hombres caminan sobre un
mar de mentiras, se hunden soñando, soñando con la luz del día. El poeta
conducirá a la liberación del hombre de sí mismo, ya que el ocaso de
los dioses no marchitará el espíritu del pueblo; es el fin de una Era de
esclavitud, de incomprensión, para resurgir de las cenizas, cenizas que
nunca fueron porque siempre latió vivo en la retaguardia de la llama.
El poeta moderno es el pastor del ser, del pueblo, y el canto poético acerca el recuerdo a los que carecen de él, es profético.
Y si esa es la misión del poeta moderno, "poéticamente habite el hombre en esta tierra".”
Tras los discursos, las
reivindicaciones, el compromiso, tuvo lugar la acostumbrada comida en
hermandad y camaraderia, junto a nuestros compañeros de lucha, junto a
nuestras familias.