Estamos en los inicios del Siglo XXI, en
el principio de su segunda década. Si retrocedemos en el tiempo un siglo
atrás nos encontraremos inmersos en el tiempo en que se estaban
gestando los primeros pasos que darían lugar a la constitución de los
movimientos revolucionarios de Tercera Vía.
Los Cahiers du Cercle Proudhon en Francia
reunían en su seno a Georges Valois y a Charles Maurras, reivindicaban a
Proudhon y rendían homenajes a Georges Sorel, todo ello entre los años
1912 y 1913. El alemán Werner Sombart escribía, también en 1913, su
ensayo “El Burgués”. Gustave Le Bon, escribe algunos años atrás su obra
más conocida “La psicología de las masas” (1895), Wilfredo Pareto hará
lo propio unos pocos años más tarde (1916) con su “Tratado de sociología
general”.
El sindicalismo revolucionario se
convierte en manantial de esa Tercera Vía, y es Sorel, quien con sus
obras “La descomposición del marxismo” y “Reflexiones sobre la
violencia”, escritas en 1908, quien influye a un joven Mussolini que, en
1913 funda, en el seno del PSI, la revista Utopía, en la que colabora,
desde el inicio, el sindicalista revolucionario Sergio Pannunzio, autor
entre otras obras de “Pueblo, Nación y Estado”.
Es el tiempo en que Oswald Spengler
escribe su “Decadencia de Occidente” (1918/1922) y en que el español
Ortega y Gasset inicia “El espectador” y nos descubre su “España
invertebrada”.
Hoy muchos de estos autores, que podrían
ser ampliados con Proudhon, Lagardelle, Schmitt, Michels, D’Annunzio,
Marinetti, Unamuno, Maeztu o Moeller van den Bruck, son ampliamente
desconocidos por las nuevas generaciones de combatientes por la Tercera
Vía. Y es en ese contexto que se hacen fundamentales ciertas
afirmaciones:
-Las teorías y experiencias
revolucionarias de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX,
expuestas por del socialismo utópico, el sindicalismo revolucionario, y
la Revolución Conservadora, así, además en el caso español, del llamado
regeneracionismo, arman el cuerpo doctrinal de esas Terceras Vías.
-Es a partir de estas experiencias
revolucionarias que se fusionan las ideas de Patria y Socialismo. “He
aquí esas dos palancas: una la idea nacional, la Patria como empresa
histórica y como garantía de existencia histórica de todos los
españoles; otra, la idea social, la economía socialista, como garantía
del pan y del bienestar económico de todo el pueblo”. Como muy bien nos
señala Ramiro Ledesma.
-Sin conocer todas esas expresiones
revolucionarias, sus textos, sus desarrollos y sus planteamientos es
imposible entender la teoría política, social y económica de esas
Terceras Vías. Sin ir a las raíces es imposible armar el cuerpo
doctrinal de la ideología Nacional-Revolucionaria.
Todos sabemos que los movimientos de
Tercera Vía son finalmente derrotados, las otras dos vías, la comunista y
la liberal, se unen, amamantadas por el sionismo, con el objetivo de
eliminar a su único y más peligroso adversario. Su fin, repartirse el
espacio vital e iniciar el camino hacia un Nuevo Orden Mundial, donde
las personas sean meros códigos de barras, el pensamiento único sea la
ideología del Sistema y la Globalización nos convierta en esclavos de la
dictadura economicista.
No voy a entrar a analizar las causas de
esa derrota, ni lo que ocurrió después hasta la caída del muro de
Berlín. Ni me es posible en este corto espacio de tiempo analizar los
movimientos tercerviistas surgidos durante y tras la guerra fría. Solo
citar que, varias organizaciones desde sus propias perspectivas y
experiencias analizaron ese periodo, sacaron conclusiones y corrigieron,
según su criterio, lo que consideraron errores.
Y a eso es a lo que me voy a referir hoy, a algunos errores, a algunos planteamientos equívocos de nuestra lucha hoy.
Hacer de la nostalgia un modo de actuación política
Todo Movimiento revolucionario debe de
luchar en la realidad en que vive. Es absurdo plantear alternativas o
propuestas caducas cuando esas realidades son ya imposibles de repetirse
y existe un nuevo mundo. Es cierto que, lo que hoy se consideran
“mejoras” o “avances” no tienen por qué ser en verdad “mejoras” o
“avances”, en muchas ocasiones “avanzar” es retroceder. Está claro que
avanzar en la lucha contra el cáncer es una mejora, pero llamar “avance”
a la partitocracia o a la sociedad de consumo es una gran aberración.
Un terceviista debe de plantear
alternativas reales a los problemas de su tiempo, y lo debe de hacer
desde su cosmovisión. De nada sirve afirmar que tal o cual político de
los años 30, 40 o 60 habría hecho tal cosa, pues evidentemente no está
entre nosotros para que podamos aseverarlo; ni de nada sirve exponer si
ese u otro político hizo aquello o lo de más allá. Lo que importa es lo
que como Movimiento Revolucionario proponemos hoy para tal o cual
situación o problema.
Saberse de memoria discursos de los años
treinta está muy bien, conocer con quién y dónde tomaba café fulano o
mengano, también; pero recordar, conocer, RESPETAR, ese pasado no debe
nunca significar vivir envuelto en él. Nuestro discurso ha de ir
dirigido a nuestro Pueblo, y nuestro Pueblo vive una realidad
determinada, una realidad que es la de 2013, es gente que desconoce, no
ya quien era Sorel, sino que desconoce quién era Narciso Perales o quien
es Alain de Benoist. Por ello hemos de aceptar como algo normal que
gentes de ese Pueblo se acercan a nosotros atraídos por nuestro
discurso, con nuestras propuestas y nuestras alternativas, sin
importarles nuestras raíces ideológicas ni si fue Girón de Velasco o
Adolfo Suárez quien instauró la Seguridad Social en España, lo que de
verdad quieren, es que ese indiscutible avance social no desaparezca.
El culturalismo
Existe la equivocación por parte de
algunos tercerviistas en considerar “lo cultural” como la única vía para
desarrollar una labor de difusión y de supervivencia. Es fundamental
entender que, para un Movimiento Revolucionario todos los Frentes,
TODOS, deben de estar coordinados caminando juntos en una misma
dirección.
Iniciativas individualistas sin un apoyo
colectivo o apartados como ermitaños de la sociedad, son tan solo
pequeñas lagunas que sólo sirven, en algunos casos, como minúsculas
islas habitadas por egos personales.
Igualar la lucha cultural al desprecio a
toda actividad política es tan nefasto como ignorar la lucha cultural y
la formación cultural en un Movimiento Revolucionario.
No hay que despojar de contenido político
a Arno Brecker, Josef Thorak, Ezra Pound, a la escuela que fue la
Gaceta Literaria de Giménez Caballero, al Futurismo, ni a grandes
literatos como Celine, Hamsun, Drieu o García Serrano. Precisamente uno
de nuestros más consistentes “haberes” es la vasta cultura vinculada al
tercerviismo.
Todo Movimiento Revolucionario precisa de
un Frente Cultural que forme, eduque y aporte saber a sus militantes,
que ayude a la creación de cuadros y sea fuente de sabiduría para el
pueblo. Todo aporte es poco y toda participación activa en el Frente
Cultural es necesaria.
El desprecio al partido político
Existe desde hace ya algún tiempo una
crítica al funcionamiento de los partidos políticos del Área. Nosotros,
que no creemos en el “Partido”, como parte de nuestra cosmovisión, sí
que defendemos el Partido como parte de la lucha actual. El Partido,
como parte del Movimiento Revolucionario, es una herramienta más para
hacer llegar nuestras propuestas a nuestro Pueblo. El Movimiento
Revolucionario, legalizado como partido, sindicato y como asociación
cultural, juvenil y ecológica, está formado por combatientes por la
tercera vía, personas, hombres y mujeres, que luchan de la mejor manera
posible por unos Valores y unos Principios. Sus avances son éxitos de
todo el conjunto del Movimiento Revolucionaria Tercerviista, al igual
que todos sus fracasos son fracasos de todo ese mismo Movimiento. El MRT
actúa a nivel nacional, y lo hace así, porque entiende que solo un
Movimiento de ámbito nacional puede cubrir los objetivos marcados por el
Movimiento Revolucionario. Acusar al Movimiento Revolucionario de
jerárquico y de dogmático es acusar a la esencia misma de todo
Movimiento Tercerviista. En efecto, la obligación de todo MRT es la de
cumplir y hacer cumplir su línea ideológica y estratégica, una línea
ideológica y estratégica aprobada en sus Congresos con la voz y el voto
de todos sus delegados elegidos por todos los militantes. Y en ello no
hay dogmatismo, hay coherencia ideológica y voluntad revolucionaria.
Sobre la Jerarquía, Duprat nos dice: “Un Nacional Revolucionario debe de
aceptar la disciplina interna de su organización, rechazar el
divisionismo, y tomar conciencia de la amplitud de su misión”. Crear
decenas de grupos y grupúsculos “autónomos” formados, igual que
cualquier Partido político, por personas, equivale a dividir los
esfuerzos, debilitar las luchas y ralentizar los objetivos. Los errores
los cometen las personas no las estructuras. Así la obligación de todo
NR es la de luchar en un partido NR, bajo una dirección NR, con una
línea ideológica NR y una hermandad NR.
El desprecio por la Ideología
Hace poco leía lo siguiente: “Formar
parte de una ideología, o simplemente simpatizar con ella, no significa
que la tengas que seguir a rajatabla”. Ese es el principio por el cual
se rigen muchos que se dicen ser combatientes de esa Tercera Vía. Su
actitud es clara, lo que no me gusta lo rechazo, y lo que me gusta, o
creo que me gusta, lo suscribo. Lo expresado se acostumbra a acompañar
de grandes frases acerca del Honor, la Lealtad y la Fidelidad. Curioso
¿no? Se desprecia parte de una ideología por la que murieron cientos de
miles de personas, una ideología que ha conocido la depuración, la
represión, los años de plomo, la cárcel, la persecución, el exilio,
pero… yo “no sigo esa ideología a rajatabla”. Quien asume unos Valores,
asume una ideología y esa ideología te hace tener una cosmovisión del
mundo, una forma de verlo y de interpretarlo. No se puede tener una
media cosmovisión del mundo, no se puede estar medio embarazada, o se
está o no se está.
Tendemos a confundir los planos de lucha.
Nuestra Lucha, en primer término, es espiritual, nuestra primera lucha
es con nosotros mismos y sabemos que esa lucha es permanente, que está
siempre presente. Nuestra segunda lucha es Nacional. Y nuestra tercera
lucha es Social. Si asumimos una ideología no la podemos asumir
parcialmente, una ideología no es un bagaje de ideas escogidas al gusto
de cada uno, una ideología es un cuerpo doctrinal, en gran medida
compacto, supeditado a muy pocos cambios. Ese cuerpo doctrinal es fruto
de la asunción de unos Valores inmutables. Y en este plano de la lucha
no puede haber contradicciones. Sí que puede existir debate, y de hecho
debe de existir en otro plano de la lucha, el de la lucha del día a día,
el que aporta un fajo de ideas y propuestas que llamamos programa
político, y que es variable según cada situación en la que se encuentra
nuestra Nación y nuestro Pueblo. Son recetas para conseguir el bienestar
y el bienser de nuestro Pueblo. Pero nosotros no queremos reformar el
Sistema, queremos cambiarlo, transformarlo, y es en este plano que no
caben afirmaciones como a la que he hecho referencia, aquí la ideología
se sigue a rajatabla, y si no se está dispuesto a ello, lo mejor es
abandonar la trinchera y buscar otra ubicación.
Hay quien ha modificado el significado de las cosas y nos presenta el siguiente recetario:
A tener Principios se le llama ser sectario.
A embolingarse se le llama activismo y militancia.
A leer el índice de un libro se le llama formarse.
A vivir tras un teclado se le llama ser soldado político.
A tener ideología se le llama hacer lo que me apetece.
He apuntado tan solo cuatro errores, sin duda hay más, pero no quiero cansaros, por ello voy finalizando.
Todo Movimiento Revolucionario tiene, en
primer lugar, que ser consciente de algo tan simple y elemental como que
todo Movimiento de Lucha Contra el Sistema debe de conocer sus medios y
su fuerza real, y en consecuencia, su auténtica capacidad de
enfrentamiento al Sistema. En segundo lugar tiene que diseñar una
Estrategia a Corto y Medio plazo y aplicar las tácticas necesarias para
alcanzar los primeros objetivos. Confundir algarada con Revolución;
Estrategia con organizar una manifestación o cuatro conferencias; y
Táctica con pegar adhesivos y hacer un par de pintadas, es algo que nos
puede aportar un gustazo considerable pero que nos lleva al mayor de los
fracasos conocidos. Todo tiene que tener un fin, un objetivo y un
resultado.
Decía alguien, que asumía con los ojos
cerrados el axioma Creer/Obedecer/Combatir, que lo
Nacional-Revolucionario no existía, que era algo así como una etiqueta
donde “entrábamos todos los del Área”. En primer lugar cabe afirmar que,
antes de Combatir, se dice Obedecer y antes de Obedecer se dice Creer, y
como ya hemos visto, hay quien quiere Combatir sin Obedecer y Creer
solo lo que le da la gana, quizás por esa razón hay quien afirma que lo
NR es solo una etiqueta de quita y pon.
Ya he explicado en muchas ocasiones que
esto no es así, que tras la definición de Nacional-Revolucionario
existen unos Valores, un cuerpo doctrinal, una base ideológica, unos
Principios inmutables. Somos transversales, como todos los Movimientos
Revolucionarios Tercerviistas. Somos Patriotas como todos los
Movimientos Revolucionarios Tercerviistas. Y somos Sociales como todos
los Movimientos Revolucionarios Tercerviistas. No concebimos la Patria
sin Socialismo ni el Socialismo sin Patria. Concebimos la Patria como
Comunidad Nacional y es en esa Comunidad Nacional donde queremos plasmar
nuestra Cosmovisión del mundo, nuestra manera de verlo y entenderlo.
Los Nacional Revolucionarios no renegamos
de nuestras raíces, bebemos de ellas para entender el pasado, armar el
presente y ganar el futuro.
Dejadme que termine, con una frase de
Ramiro Ledesma a los jóvenes que simplifica nuestra obligada actuación
revolucionaria en el hoy:
“Las juventudes no pueden eludir la
cuestión social ni hacer retórica nacionalista, sin abordar de frente el
problema social-económico, que hace hoy de nosotros un pueblo casi
colonial y esclavizado.”
Madrid, 23 de marzo 2013