jueves, 6 de junio de 2013

Discurso efectuado en la inauguración de la nueva sede del MSR Madrid


 
Estamos en los inicios del Siglo XXI, en el principio de su segunda década. Si retrocedemos en el tiempo un siglo atrás nos encontraremos inmersos en el tiempo en que se estaban gestando los primeros pasos que darían lugar a la constitución de los movimientos revolucionarios de Tercera Vía.

Los Cahiers du Cercle Proudhon en Francia reunían en su seno a Georges Valois y a Charles Maurras, reivindicaban a Proudhon y rendían homenajes a Georges Sorel, todo ello entre los años 1912 y 1913. El alemán Werner Sombart escribía, también en 1913, su ensayo “El Burgués”. Gustave Le Bon, escribe algunos años atrás su obra más conocida “La psicología de las masas” (1895), Wilfredo Pareto hará lo propio unos pocos años más tarde (1916) con su “Tratado de sociología general”.

El sindicalismo revolucionario se convierte en manantial de esa Tercera Vía, y es Sorel, quien con sus obras “La descomposición del marxismo” y “Reflexiones sobre la violencia”, escritas en 1908, quien influye a un joven Mussolini que, en 1913 funda, en el seno del PSI, la revista Utopía, en la que colabora, desde el inicio, el sindicalista revolucionario Sergio Pannunzio, autor entre otras obras de “Pueblo, Nación y Estado”.
Es el tiempo en que Oswald Spengler escribe su “Decadencia de Occidente” (1918/1922) y en que el español Ortega y Gasset inicia “El espectador” y nos descubre su “España invertebrada”.

Hoy muchos de estos autores, que podrían ser ampliados con Proudhon, Lagardelle, Schmitt, Michels, D’Annunzio, Marinetti, Unamuno, Maeztu o Moeller van den Bruck, son ampliamente desconocidos por las nuevas generaciones de combatientes por la Tercera Vía. Y es en ese contexto que se hacen fundamentales ciertas afirmaciones:

-Las teorías y experiencias revolucionarias de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX, expuestas por del socialismo utópico, el sindicalismo revolucionario, y la Revolución Conservadora, así, además en el caso español, del llamado regeneracionismo, arman el cuerpo doctrinal de esas Terceras Vías.

-Es a partir de estas experiencias revolucionarias que se fusionan las ideas de Patria y Socialismo. “He aquí esas dos palancas: una la idea nacional, la Patria como empresa histórica y como garantía de existencia histórica de todos los españoles; otra, la idea social, la economía socialista, como garantía del pan y del bienestar económico de todo el pueblo”. Como muy bien nos señala Ramiro Ledesma.

-Sin conocer todas esas expresiones revolucionarias, sus textos, sus desarrollos y sus planteamientos es imposible entender la teoría política, social y económica de esas Terceras Vías. Sin ir a las raíces es imposible armar el cuerpo doctrinal de la ideología Nacional-Revolucionaria.

Todos sabemos que los movimientos de Tercera Vía son finalmente derrotados, las otras dos vías, la comunista y la liberal, se unen, amamantadas por el sionismo, con el objetivo de eliminar a su único y más peligroso adversario. Su fin, repartirse el espacio vital e iniciar el camino hacia un Nuevo Orden Mundial, donde las personas sean meros códigos de barras, el pensamiento único sea la ideología del Sistema y la Globalización nos convierta en esclavos de la dictadura economicista.

No voy a entrar a analizar las causas de esa derrota, ni lo que ocurrió después hasta la caída del muro de Berlín. Ni me es posible en este corto espacio de tiempo analizar los movimientos tercerviistas surgidos durante y tras la guerra fría. Solo citar que, varias organizaciones desde sus propias perspectivas y experiencias analizaron ese periodo, sacaron conclusiones y corrigieron, según su criterio, lo que consideraron errores.

Y a eso es a lo que me voy a referir hoy, a algunos errores, a algunos planteamientos equívocos de nuestra lucha hoy.

Hacer de la nostalgia un modo de actuación política

Todo Movimiento revolucionario debe de luchar en la realidad en que vive. Es absurdo plantear alternativas o propuestas caducas cuando esas realidades son ya imposibles de repetirse y existe un nuevo mundo. Es cierto que, lo que hoy se consideran “mejoras” o “avances” no tienen por qué ser en verdad “mejoras” o “avances”, en muchas ocasiones “avanzar” es retroceder. Está claro que avanzar en la lucha contra el cáncer es una mejora, pero llamar “avance” a la partitocracia o a la sociedad de consumo es una gran aberración.
Un terceviista debe de plantear alternativas reales a los problemas de su tiempo, y lo debe de hacer desde su cosmovisión. De nada sirve afirmar que tal o cual político de los años 30, 40 o 60 habría hecho tal cosa, pues evidentemente no está entre nosotros para que podamos aseverarlo; ni de nada sirve exponer si ese u otro político hizo aquello o lo de más allá. Lo que importa es lo que como Movimiento Revolucionario proponemos hoy para tal o cual situación o problema.

Saberse de memoria discursos de los años treinta está muy bien, conocer con quién y dónde tomaba café fulano o mengano, también; pero recordar, conocer, RESPETAR, ese pasado no debe nunca significar vivir envuelto en él. Nuestro discurso ha de ir dirigido a nuestro Pueblo, y nuestro Pueblo vive una realidad determinada, una realidad que es la de 2013, es gente que desconoce, no ya quien era Sorel, sino que desconoce quién era Narciso Perales o quien es Alain de Benoist. Por ello hemos de aceptar como algo normal que gentes de ese Pueblo se acercan a nosotros atraídos por nuestro discurso, con nuestras propuestas y nuestras alternativas, sin importarles nuestras raíces ideológicas ni si fue Girón de Velasco o Adolfo Suárez quien instauró la Seguridad Social en España, lo que de verdad quieren, es que ese indiscutible avance social no desaparezca.

El culturalismo

Existe la equivocación por parte de algunos tercerviistas en considerar “lo cultural” como la única vía para desarrollar una labor de difusión y de supervivencia. Es fundamental entender que, para un Movimiento Revolucionario todos los Frentes, TODOS, deben de estar coordinados caminando juntos en una misma dirección.

Iniciativas individualistas sin un apoyo colectivo o apartados como ermitaños de la sociedad, son tan solo pequeñas lagunas que sólo sirven, en algunos casos, como minúsculas islas habitadas por egos personales.
Igualar la lucha cultural al desprecio a toda actividad política es tan nefasto como ignorar la lucha cultural y la formación cultural en un Movimiento Revolucionario.

No hay que despojar de contenido político a Arno Brecker, Josef Thorak, Ezra Pound, a la escuela que fue la Gaceta Literaria de Giménez Caballero, al Futurismo, ni a grandes literatos como Celine, Hamsun, Drieu o García Serrano. Precisamente uno de nuestros más consistentes “haberes” es la vasta cultura vinculada al tercerviismo.

Todo Movimiento Revolucionario precisa de un Frente Cultural que forme, eduque y aporte saber a sus militantes, que ayude a la creación de cuadros y sea fuente de sabiduría para el pueblo. Todo aporte es poco y toda participación activa en el Frente Cultural es necesaria.
El desprecio al partido político

Existe desde hace ya algún tiempo una crítica al funcionamiento de los partidos políticos del Área. Nosotros, que no creemos en el “Partido”, como parte de nuestra cosmovisión, sí que defendemos el Partido como parte de la lucha actual. El Partido, como parte del Movimiento Revolucionario, es una herramienta más para hacer llegar nuestras propuestas a nuestro Pueblo. El Movimiento Revolucionario, legalizado como partido, sindicato y como asociación cultural, juvenil y ecológica, está formado por combatientes por la tercera vía, personas, hombres y mujeres, que luchan de la mejor manera posible por unos Valores y unos Principios. Sus avances son éxitos de todo el conjunto del Movimiento Revolucionaria Tercerviista, al igual que todos sus fracasos son fracasos de todo ese mismo Movimiento. El MRT actúa a nivel nacional, y lo hace así, porque entiende que solo un Movimiento de ámbito nacional puede cubrir los objetivos marcados por el Movimiento Revolucionario. Acusar al Movimiento Revolucionario de jerárquico y de dogmático es acusar a la esencia misma de todo Movimiento Tercerviista. En efecto, la obligación de todo MRT es la de cumplir y hacer cumplir su línea ideológica y estratégica, una línea ideológica y estratégica aprobada en sus Congresos con la voz y el voto de todos sus delegados elegidos por todos los militantes. Y en ello no hay dogmatismo, hay coherencia ideológica y voluntad revolucionaria. Sobre la Jerarquía, Duprat nos dice: “Un Nacional Revolucionario debe de aceptar la disciplina interna de su organización, rechazar el divisionismo, y tomar conciencia de la amplitud de su misión”. Crear decenas de grupos y grupúsculos “autónomos” formados, igual que cualquier Partido político, por personas, equivale a dividir los esfuerzos, debilitar las luchas y ralentizar los objetivos. Los errores los cometen las personas no las estructuras. Así la obligación de todo NR es la de luchar en un partido NR, bajo una dirección NR, con una línea ideológica NR y una hermandad NR.

El desprecio por la Ideología

Hace poco leía lo siguiente: “Formar parte de una ideología, o simplemente simpatizar con ella, no significa que la tengas que seguir a rajatabla”. Ese es el principio por el cual se rigen muchos que se dicen ser combatientes de esa Tercera Vía. Su actitud es clara, lo que no me gusta lo rechazo, y lo que me gusta, o creo que me gusta, lo suscribo. Lo expresado se acostumbra a acompañar de grandes frases acerca del Honor, la Lealtad y la Fidelidad. Curioso ¿no? Se desprecia parte de una ideología por la que murieron cientos de miles de personas, una ideología que ha conocido la depuración, la represión, los años de plomo, la cárcel, la persecución, el exilio, pero… yo “no sigo esa ideología a rajatabla”. Quien asume unos Valores, asume una ideología y esa ideología te hace tener una cosmovisión del mundo, una forma de verlo y de interpretarlo. No se puede tener una media cosmovisión del mundo, no se puede estar medio embarazada, o se está o no se está.

Tendemos a confundir los planos de lucha. Nuestra Lucha, en primer término, es espiritual, nuestra primera lucha es con nosotros mismos y sabemos que esa lucha es permanente, que está siempre presente. Nuestra segunda lucha es Nacional. Y nuestra tercera lucha es Social. Si asumimos una ideología no la podemos asumir parcialmente, una ideología no es un bagaje de ideas escogidas al gusto de cada uno, una ideología es un cuerpo doctrinal, en gran medida compacto, supeditado a muy pocos cambios. Ese cuerpo doctrinal es fruto de la asunción de unos Valores inmutables. Y en este plano de la lucha no puede haber contradicciones. Sí que puede existir debate, y de hecho debe de existir en otro plano de la lucha, el de la lucha del día a día, el que aporta un fajo de ideas y propuestas que llamamos programa político, y que es variable según cada situación en la que se encuentra nuestra Nación y nuestro Pueblo. Son recetas para conseguir el bienestar y el bienser de nuestro Pueblo. Pero nosotros no queremos reformar el Sistema, queremos cambiarlo, transformarlo, y es en este plano que no caben afirmaciones como a la que he hecho referencia, aquí la ideología se sigue a rajatabla, y si no se está dispuesto a ello, lo mejor es abandonar la trinchera y buscar otra ubicación.

Hay quien ha modificado el significado de las cosas y nos presenta el siguiente recetario:

A tener Principios se le llama ser sectario.

A embolingarse se le llama activismo y militancia.

A leer el índice de un libro se le llama formarse.

A vivir tras un teclado se le llama ser soldado político.

A tener ideología se le llama hacer lo que me apetece.

He apuntado tan solo cuatro errores, sin duda hay más, pero no quiero cansaros, por ello voy finalizando.
Todo Movimiento Revolucionario tiene, en primer lugar, que ser consciente de algo tan simple y elemental como que todo Movimiento de Lucha Contra el Sistema debe de conocer sus medios y su fuerza real, y en consecuencia, su auténtica capacidad de enfrentamiento al Sistema. En segundo lugar tiene que diseñar una Estrategia a Corto y Medio plazo y aplicar las tácticas necesarias para alcanzar los primeros objetivos. Confundir algarada con Revolución; Estrategia con organizar una manifestación o cuatro conferencias; y Táctica con pegar adhesivos y hacer un par de pintadas, es algo que nos puede aportar un gustazo considerable pero que nos lleva al mayor de los fracasos conocidos. Todo tiene que tener un fin, un objetivo y un resultado.

Decía alguien, que asumía con los ojos cerrados el axioma Creer/Obedecer/Combatir, que lo Nacional-Revolucionario no existía, que era algo así como una etiqueta donde “entrábamos todos los del Área”. En primer lugar cabe afirmar que, antes de Combatir, se dice Obedecer y antes de Obedecer se dice Creer, y como ya hemos visto, hay quien quiere Combatir sin Obedecer y Creer solo lo que le da la gana, quizás por esa razón hay quien afirma que lo NR es solo una etiqueta de quita y pon.

Ya he explicado en muchas ocasiones que esto no es así, que tras la definición de Nacional-Revolucionario existen unos Valores, un cuerpo doctrinal, una base ideológica, unos Principios inmutables. Somos transversales, como todos los Movimientos Revolucionarios Tercerviistas. Somos Patriotas como todos los Movimientos Revolucionarios Tercerviistas. Y somos Sociales como todos los Movimientos Revolucionarios Tercerviistas. No concebimos la Patria sin Socialismo ni el Socialismo sin Patria. Concebimos la Patria como Comunidad Nacional y es en esa Comunidad Nacional donde queremos plasmar nuestra Cosmovisión del mundo, nuestra manera de verlo y entenderlo.

Los Nacional Revolucionarios no renegamos de nuestras raíces, bebemos de ellas para entender el pasado, armar el presente y ganar el futuro.

Dejadme que termine, con una frase de Ramiro Ledesma a los jóvenes que simplifica nuestra obligada actuación revolucionaria en el hoy:

“Las juventudes no pueden eludir la cuestión social ni hacer retórica nacionalista, sin abordar de frente el problema social-económico, que hace hoy de nosotros un pueblo casi colonial y esclavizado.”

Madrid, 23 de marzo 2013