La fractura hidráulica es la tecnología por la que se
extraen gas y petróleo, con un método diferente una vez realizada la
perforación.
Explotación
La razón
por la que se ha desarrollado ahora la explotación de esta técnica y no antes
se debe a condiciones económicas, sin tener en cuenta los peligros para el
Medio Ambiente.
Para poder extraer los combustibles de rocas poco porosas, es necesario abrir las
fracturas existentes mediante fluidos a presión, permitiendo unir las cavidades
donde se encuentran alojados los hidrocarburos y facilitando también su
liberación desde la matriz. Dicha estimulación hidráulica tiene un área de influencia de varios cientos de
metros alrededor del pozo, lo que produce repercusión en superficies horizontales que abarcan hasta cientos de hectáreas
alrededor de la perforación principal.
Fluido de fracturación
La composición del fluido y la presión a la que se
inyecte, así como la profundidad del pozo, tienen relación directa con la
peligrosidad del mismo para el medio ambiente, es por ello que la composición
exacta de dichos fluidos es desconocida por la opinión pública, al igual que la
composición del tabaco, aunque se publican voluntariamente ciertos datos de los
productos que inyectan en miles de pozos. Generalmente, el fluido a inyectar está compuesto por una disolución de agua
(80-87%) , sales de Boro (1-2%) ,
Poliacrilamida, Metanol, Bisulfato Amónico (0,75-1%) y otros disolventes altamente nocivos. La cantidad de fluido inyectada por pozo oscila de 2
a 28 millones de litros, cantidad que en ocasiones no se puede recuperar y
permanece en el terreno explotado (suelo y subsuelo).
El fluido recuperado (70%-80%), se procesa en plantas de
tratamiento de aguas pesadas. Dando por
sentado las empresas que una parte no podrán recuperarla
DAÑOS AL MEDIO AMBIENTE.
Es sabido
que la contaminación de acuíferos y pozos de agua por los fluidos de
fracturación y también por el metano
desprendido provoca deflagraciones en
las zonas de suministro de agua potable cercanas. Si a esto le añadimos las
ansias de rentabilidad por parte de ciertas empresas, que sin escrúpulos no se
cortan a la hora de reducir costes en la cimentación de los pozos de
perforación, tenemos también la contaminación de aguas superficiales por
filtración. Podemos tener otra "balsa de Aznalcoyar": las balsas que
almacenan el fluido de fracturación y el retorno, se disponen a cielo abierto y
con una capa de plástico como aislamiento. Si llueve en exceso, estas balsas
pueden desbordarse y los fluidos que contienen esparcirse por cientos de
kilómetros. En zonas donde se realiza
esta práctica el número de terremotos aumentan, pudiendo llegar a Richter 7 en
España. La introducción de fluidos a presión puede hacer que las fallas se
desplacen y provocar daños mucho mayores que los pseudo beneficios que intentan
vender al pueblo español.
Por Melissa y Cartero Comercial.